JULIO HERRANZ
Con un planteamiento expositivo ajeno al convencional de las galerías, Alberto de la Torre Mayado (Zamora, 1974) presenta una muestra de sus creaciones en espacios singulares de Eivissa: Atzaró, Ama Lur, Dos Lunas, Tratoría y Novum. «Es la primera vez que muestro mi obra en la isla y la acogida está siendo fantástica», apuntó ayer a este periódico el artista zamorano. «Son 16 obras de distintos formatos, algunas de ellas de grandes dimensiones», añadió, precisando que unas son trabajos recientes y otras de 2005 y de 2008.
Trabajos de notable complejidad y elaboración que muestran un amplio abanico de sugerencias estéticas. «Tengo una gran variedad temática. Mi obra no es una imagen de lo visible, sino una metáfora o un mundo onírico particular; como si fuera una propuesta literaria en la que abordó diferentes obsesiones», explicó De la Torre, asegurando que, sobre todo, su pintura «aspira a una imagen que está en disolución». Y aunque pudiera parecer que sus caminos creativos son ajenos unos de otros, «todos tienen un hilo conductor, una línea común, que es la que envuelve mi obra: una especie de mística o una idea del mundo, pero distorsionado por la mirada».
Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca, De la Torre Mayado tiene en su haber una notable trayectoria profesional desde que en 1992 hiciera su primera exposición individual en Guipúzcoa. También ha mostrado su trabajo en centros y ferias de arte; y obras suyas figuran en varias colecciones.
Diferentes técnicas
Con técnica de óleo sobre lienzo y en otros soportes, así como técnica mixta, la ejecución de su pintura varía en función de los formatos. «Hay trabajos grandes que han tenido un desarrollo lento y otros que han sido de ejecución violenta, rápida y espontánea. Incluso, alguno está en el estudio así como un año, tras muchos fracasos y accidentes; pero en el fondo, para una obra, el azar de un día puede dar también el mismo resultado», consideró el artista zamorano.
Una pintura la suya que renuncia al desarrollo en series. «Éstas se producen cuando, por ejemplo, andas reflexionando sobre el rostro humano o sobre características de algún concepto que quieres ampliar a través de una continuidad. Porque la pintura tiene algo de lenguaje, y a veces necesitas fragmentarlo en varias imágenes; pero yo prefiero que el discurso narrativo se cierre en una sola obra», teorizó De la Torre, para quien la pintura «es algo muy biológico, mi relación con la vida», subrayó.
Claves
Sobre la obra de Alberto de la Torre Mayado, internet ofrece algunas claves interpretativas: «En su obra, el primer latido del mundo es apariencia; su fantasma». «Su estigma le sobrevive como antropología a la que se le ha sustraído el tiempo». En ella pueden encontrarse «alusiones e influencias como la pintura de Flandes, Àfrica, Egipto, la alquimia, el cine o las alusiones a los iconos y los símbolos religiosos».
Una particular revisión de mitos de distintas tradiciones culturales «que ha sido colonizada por un lenguaje propio». «Bajo esta férula, reflexiva pero gestada en el instinto, se nos muestra lo inexplicable, las razas invisibles». Por ello, «Mayado camina entre los fervores del rito y la tragedia; indaga de un modo recurrente, casi obsesivo, en la exaltación de la imagen. Una obra ante la que nos sentimos intrusos de otra herencia, un teatro que encarna, finalmente, la ficción de un reino».