El actor Miguel Molina protagonizará y dirigirá el domingo la obra teatral 'Tío Bob', de Austin Pendleton (actor y director del Actor's Studio de Nueva York). Molina, junto al actor Carlos Pulido, subirá al escenario del Teatro España el próximo domingo, a las 21 horas, para interpretar esta pieza dramática en el que el dúo creativo profundiza en las vidas de los dos únicos personajes del montaje.
Ayer, el elenco y los escenógrafos realizaron un ensayo técnico con luces y efectos, durante la mañana y, por la tarde, realizaron un ensayo general. Se trata de los últimos preparativos para poner en escena una obra en la que han trabajado durante tres años.
Tío Bob se sitúa en los años 80 y en ella se narra la historia de Bob, un personaje que se encuentra en la fase terminal de un cáncer y que también se ha contagiado con la enfermedad del sida. «Cuando está decidido a dejar pasar sus últimos días y dejarse morir aparece el personaje de su sobrino», relataba ayer el director de la obra, que añadía: «Había echado a todo el mundo de su alrededor y, el personaje de Josh le obliga a afrontar un choque generacional, a analizar distintos puntos de vista y le permite aportar su experiencia para que su vida mejore». Molina define esta función como «un pulso a corazón abierto entre tío y sobrino».
Sobre Bob, Miguel Molina dijo ayer que es un personaje desgarrador pero entrañable. La preparación técnica al enfrentarse a la representación requirió «muchísimas horas de ensayo», confesó el intérprete, que añadió: «Nada es fácil en estos tiempos pero la inversión en horas y el esfuerzo han valido la pena».
Dúo en escena
Carlos Pulido, el joven actor que interpreta a Josh es el personaje que interactúa con Bob y quien recibe los consejos y las broncas del veterano personaje. Es la primera vez que Pulido visita la Isla y para él, que reside en Madrid, Eivissa «es un paraíso».
Según Pulido, el carácter intimista de la historia hace que el Teatro España sea el lugar idóneo para su representación. Él mismo define a Josh como un personaje complicado. «Es un adolescente perdido y rebelde que siente una gran admiración por su tío y al que visita con la excusa de cuidarlo en sus últimos días», señaló.
«La relación entre ellos es un 'pique' continuo. Se aman hasta el extremo pero no pueden evitar discutir», relataba ayer el actor que interpreta el personaje del sobrino del protagonista. Según el actor, «Josh es el reflejo de Tío Bob, pero veinte años antes. Hay una enorme visceralidad entre ambos personajes».
Durante el transcurso de la representación, Josh le recrimina constantemente a su tío sus errores ya que, hasta cierto punto, es la única persona con la que puede contar en este mundo. Se da cuenta de que está a punto de perderlo y se siente muy perdido; por eso reacciona así», asegura Pulido.
Al final de la función, el hilo argumental da un giro y el público puede ver la verdadera cara de Josh. «Lo de cuidar a su tío era un simple pretexto por algo más profundo que se desvela hacia el final de la obra y que no suele dejar al público indiferente», subrayaba ayer el actor, quien concluía diciendo que: «no es una comedia trivial de la que el público salga pensando que se lo ha pasado muy bien y pueda irse a dormir en seguida, sino que te da mucho que pensar. La obra 'continúa' en la mente del espectador dos y tres días después de haberla visto»
«Este es el teatro de mi alma»
«Cuando pisé este escenario por primera vez yo tenía seis años», rememora el actor Miguel Molina, que llegó a Eivissa por primera vez hace 42 años. «Es curioso que, tras todo este tiempo, vuelva a subirme a este escenario», aseguraba ayer Molina a quien esta idea le produce un fuerte sentimiento de ilusión.
«En aquel entonces era el Cine-teatro España. Lo conozco de toda la vida», explicaba ayer el intérprete. «Cuando yo tenía trece años viví muy de cerca la reforma que realizó un escenógrafo canadiense, que ya ha fallecido. Los recursos eran escasos pero se cambiaron varios elementos como el telón y las tramoyas de forma manual y yo participé activamente en esa remodelación», recordaba ayer Molina, que añadió: «Es el teatro de mi alma, pero nunca había trabajado en él. Incluso tengo una foto de mi esposa, en el año 61. Ella estaba sobre el escenario del Teatro España y yo ni siquiera había nacido».