La novelista Carme Riera ingresa el próximo jueves en la Real Academia Española avalada por su doble faceta de escritora y de catedrática de literatura, labor esta última que la lleva a lamentar los frecuentes cambios de los planes de enseñanza en España y «la falta de consenso» que ha habido en este campo.
«Creo que la Transición se equivocó en la enseñanza y en la justicia, dos elementos capitales para el orden democrático. Los planes de enseñanza tenían que haber sido una cuestión de Estado y no lo han sido», afirma Riera en una entrevista en vísperas de su incorporación oficial a la RAE.
Muy crítica con la evolución de la enseñanza en España -«hemos ido dando bandazos y estamos a la cola de Europa», asegura-, Riera cree que la nueva ley de Educación se tendría que aprobar «con los votos de todos para que realmente se pudiera aplicar con normalidad».
«Por supuesto, hay cambios absolutamente necesarios porque no es lo mismo la sociedad de hoy que la de hace treinta años, y el fracaso escolar demuestra que los planes anteriores no han funcionado. Pero, aplicar por decreto siempre me parece mal», asegura esta novelista en lengua catalana y castellana que ha merecido premios como el Anagrama de Ensayo, el Josep Pla de Narrativa, el Nacional de Narrativa y el Sant Jordi de novela.
La solemnidad de los ingresos académicos -el suyo estará presidido por la Princesa de Asturias- le impresiona «muchísimo» y reconoce que está «muy nerviosa». Le sirve de consuelo saber que hasta el mismísimo Mario Vargas Llosa se puso nervioso en un día semejante.
Irá elegante, como requiere la ocasión, con un vestido largo y chaqueta de color oscuro. Se lo compró en Palma hace dos meses y no se lo traen hasta el mismo día del ingreso.
Sabe que es «arriesgado» pero, por si acaso hubiera problemas con los vuelos, tiene «un plan b», cuenta con humor Riera, que el jueves estará arropada por su familia, sus amigos, sus editores y por la agente literaria Carmen Balcells.
Acaba de regresar de Panamá, donde asistió al Congreso Internacional de la Lengua Española, y le ha «impresionado mucho» la entusiasta participación de la gente y el ver cómo, en un acto en el que el director de la RAE, José Manuel Blecua, citó unos versos de un autor panameño, «toda la sala se puso a recitar el poema».
«Fue una cosa preciosa y que no nos pasaría en España en absoluto, ni siquiera con Antonio Machado», comenta Riera, antes de asegurar: «nuestra esperanza es América. Se toman la cultura mucho más en serio, pero en España la gente cree que la cultura no sirve para nada».
Homenaje
Mallorquina cien por cien, aunque en su DNI figure que nació en Barcelona en 1949 -su abuelo era ginecólogo en esta ciudad pero a los pocos días la llevaron a Palma-, Carme Riera le rinde homenaje a su tierra en el discurso de ingreso.
Se titula «Sobre un lugar parecido a la felicidad» y en él reflexiona sobre la imagen que tenían de Mallorca los escritores que entre 1837 y 1936 fueron a la isla.
Ha manejado más de treinta textos «y de ellos se deduce una concepción del imaginario isleño: todos los que van a Mallorca presuponen un paisaje maravilloso, un clima templado, unos habitantes con una serie de características de hospitalidad, de longevidad», señala la autora de «En el último azul», «La mitad del alma» o «El verano del inglés».
Escritores y artistas como Azorín, Rubén Darío, Unamuno, Borges, Georges Sand, Chopin y Rusiñol «llevan en su imaginario esa referencia utópica que ahora se repite en los folletos turísticos», en los que, cuando se refieren a islas, «siempre se habla de paraísos».
Los folletos constituyen «el último referente de esta visión utópica que tiene que ver con los clásicos. Y como en nuestra cultura ya todos los referentes clásicos han desaparecido, queda lo del folleto, es decir, la superficie», comenta Riera, catedrática de Literatura Española en la Universidad Autónoma de Barcelona desde 1995.
La realidad se encargaba luego de demostrar que Mallorca «no era tan paradisíaca» como la pintaban. «La misma Georges Sand aseguraba que en invierno no se podía aguantar de frío». Es decir, lo que Riera comprueba cuando está en casa de su madre, en Palma, y se hiela.
En esa casa tan fría es donde ella pasó su infancia y empezó a garabatear sus primeros poemas y relatos. «Fui una niña retrasada con la lectura pero no con la escritura», afirma esta novelista que considera «un privilegio» poder escribir sus obras en dos lenguas porque «cada una de ellas te permite una visión del mundo distinta».
A Carme Riera le hace ilusión incorporarse a la RAE cuando se celebra el tricentenario de esta institución, «sobre todo porque ha habido pocas mujeres en la Academia y el hecho de que ahora ingrese otra es un buen agüero para el futuro: creo que habrá más mujeres sin duda».
La novelista mallorquina incrementará la, todavía, escasa lista de mujeres que hay actualmente en la RAE, formada por Ana María Matute, Carmen Iglesias, Margarita Salas, Inés Fernández Ordóñez, Soledad Puértolas y Aurora Egido. Esta última tiene pendiente aún la lectura de su discurso.
También en la Universidad hay solo «un trece por ciento» de catedráticas. «Las Academias y la Universidad no hacen más que reflejar una situación de la sociedad y por tanto, aunque las leyes nos igualan, el uso nos discrimina», indica Riera, que recomienda no olvidar que «no hace ni cien años que la mujer tuvo acceso al voto».