Fidel Castro volvió ayer a la Asamblea Nacional de Cuba después de cuatro años para pedir al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que evite una guerra nuclear, con un discurso en el que no mencionó temas sobre la situación interna de la isla. Vestido de verde olivo pero sin distintivos militares, el ex presidente cubano reapareció ayer en el Parlamento caminando del brazo de un asistente y en medio de una fuerte ovación de los diputados, al inicio de una sesión en la que estuvo presente su hermano y presidente del país, Raúl Castro.
Leyó seguidamente un mensaje al Parlamento, en el que insistió en su tesis sobre el peligro que amenaza al mundo por la posibilidad de una guerra nuclear derivada de la tensión de Estados Unidos e Israel con Irán. En su discurso inicial, de unos doce minutos, Fidel Castro no hizo mención alguna a temas de política interna, como ha sido la tónica de sus intervenciones desde que reapareció públicamente, hace hoy un mes.
Guerra nuclear
Sobre la posible guerra nuclear que ha centrado los mensajes de su retorno público, introdujo un nuevo matiz al hablar de que existe una «profunda esperanza» para que no se produzca un conflicto cuya responsabilidad correspondería «en solitario», según dijo, al presidente de Estados Unidos, Barack Obama. «Un hombre tendrá que tomar la decisión en solitario, el presidente de Estados Unidos», dijo Fidel Castro, quien propuso la necesidad de persuadir a Obama, y con urgencia, para que evite esa guerra.
En su opinión, la «ventaja» de Obama respecto a anteriores mandatarios estadounidenses, es que no es un «cínico» como Nixon, ni un «ignorante» como Reagan. Aprovechó también para hablar de Gerardo Hernández, uno de los cinco cubanos presos en Estados Unidos tras ser condenados por espionaje cuya salida de una celda de castigo esta semana interpretó como «un hecho que no se había producido en 12 años de implacable odio del sistema contra Cuba y contra él».
Después de su mensaje se abrió un turno de preguntas e intervenciones de diputados que Fidel Castro escuchó y contestó ya sentado al lado del presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, en un lugar distinto al que solía ocupar en la Asamblea antes de caer enfermo en 2006. Por primera vez desde el retorno público de Fidel se pudo ver a los hermanos Castro en el mismo acto, pero se sentaron en sitios separados en la presidencia del plenario. Tampoco conversaron entre ellos durante la reunión parlamentaria.