Roma acogió ayer una multitudinaria manifestación contra el Gobierno conservador de Silvio Berlusconi, en vísperas de las votaciones decisivas que tendrá que afrontar el 14 de diciembre en el Parlamento y de las que depende la continuidad del Ejecutivo italiano.
Convocados por la principal formación en la oposición, el Partido Demócrata (PD), miles de manifestantes acudieron a Roma desde toda Italia para mostrar su oposición a la actuación gubernamental y exigir un giro político en el país.
Divididos en dos marchas -una liderada por el secretario general del PD, Pier Luigi Bersani, que partió de plaza República, y otra de la plaza de los Partisanos, encabezada por la presidenta de la formación, Rosy Bindi- los asistentes recorrieron las calles de la capital italiana y confluyeron ante la basílica de San Juan de Letrán.
Las columnas avanzaron de forma pacífica bajo el eslogan «Con la Italia que quiere cambiar» y al son del canto partisano «Bella Ciao», con los manifestantes portando pancartas en las que podía leerse «Italia cambiará y Berlusconi a la cárcel irá» o «Está podrido, tirémoslo abajo», en referencia al Ejecutivo italiano.
Al término de la marcha, Bersani dirigió un discurso a los presentes en el que calificó de «desastroso» el balance de los 16 años en política de Berlusconi y reiteró su petición de que el presidente del Consejo presente su dimisión. El secretario general del PD subrayó que la crisis política del centro-derecha «existe» y no se resuelve «con la compra de dos o tres votos».