El Papa Benedicto XVI ha realizado un llamamiento al respeto de todas las religiones y ha pedido una resolución justa entre israelíes y palestinos en su tradicional mensaje de Navidad pronunciado esta mañana desde la Basílica de San Pedro en el Vaticano. En su discurso «Urbi et Orbi» ("A la ciudad y el mundo"), el líder católico afirmó que el mensaje navideño de paz y esperanza era siempre «nuevo, sorprendente y desafiante» y que debería impulsar a todos en la lucha pacífica por la justicia. La policía redobló las medidas de seguridad en el Vaticano y en Roma, un día después del envío de dos paquetes bomba a las embajadas de Chile y Suiza en la capital italiana.
Ante una plaza llena de creyentes resguardados por la intensa lluvia que cae sobre Roma desde hace días, el Papa ha rezado por la paz en Oriente Medio alentando a los católicos de Irak y la China comunista a resistir la persecución. En su tradicional discurso de la mañana de Navidad el pontifice se dirigió a la multitud reunida en la plaza en 65 idiomas, incluidos los que se hablan en las regiones más conflictivas del mundo.
Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el pontífice pidió que la luz de la Navidad volviera a brillar en la tierra donde nació Jesús y que inspirase a israelíes y palestinos a luchar por una coexistencia pacífica. Afirmó que esperaba que la Navidad lleve consuelo a los cristianos en Irak y Oriente Medio, donde el Vaticano teme que eventos como el ataque de octubre en una iglesia de Bagdad que dejó 52 muertos esté provocando un éxodo de cristianos.
Además, Benedicto criticó directamente a China, donde hace poco católicos leales al Papa fueron obligados a participar en una serie de eventos de la iglesia estatal, que no reconoce la autoridad del Vaticano, tensando fuertemente las relaciones. La oración del Papa por los católicos en China pidió que la Navidad fortaleciera el espíritu de la fe, la paciencia y el coraje de los fieles a la Iglesia en China y condenó las limitaciones impuestas a su libertad de religión y conciencia.
En su mensaje del sábado, Benedicto también oró por la paz en Somalía, Darfur y Costa de Marfil, por la reconciliación entre las dos Coreas y el respeto a los derechos humanos en Afganistán y Pakistán.
El mensaje papal se produjo entre fuertes medidas de seguridad en el Vaticano y en Roma, un día después del envío de dos paquetes bomba a las embajadas de Chile y Suiza en la capital italiana. Anarquistas se adjudicaron los ataques, que dejaron un herido en cada sede diplomática. La guardia vaticana también estuvo más atenta tras dos años en los que se produjeron violaciones a la seguridad por parte de una misma mujer, Susanna Maiolo. El año pasado la mujer, que tiene un historial de problemas mentales, saltó por encima de una barricada e hizo que el Papa cayera al piso. En el 2008 fue detenida poco antes de que lograra alcanzarlo.
Las palabras del santo pontífice se produjeron apenas unas horas después de que en su homilía durante la Misa del Gallo celebrada el viernes por la noche en el Vaticano asegurara que «Cristo ha entrado en el mundo, haciéndose uno entre nosotros para atraernos a todos a sí. Benedicto XVI ha pedido a Dios que «cumpla su promesa» y termine «con el tiempo de las túnicas ensangrentadas» para erigir en el mundo su reino «de justicia, de amor y de paz».
Ante miles de peregrinos reunidos en la Basílica de San Pedro, el Papa ha señalado que en la noche de Belén «ha quedado superada la distancia infinita entre Dios y el hombre». Benedicto XVI ha afirmado que «el Rey» de la noche de Belén «no necesita consejeros provenientes de los sabios del mundo» porque «lleva en sí mismo la sabiduría y el consejo de Dios» y que «en la debilidad como niño» muestra «la fortaleza propia de Dios» frente «a los poderes presuntuosos del mundo».
Según ha declarado el Papa en su homilía, el Niño de Belén «ha encendido en los hombres la luz de la bondad» y les ha dado fuerzas para resistir «a la tiranía del poder». Además, Benedicto XVI ha recordado que «ahora es realmente un niño el que lleva sobre sus hombros el poder» y que en El aparece «la nueva realeza que Dios establece en el mundo».
Benedicto XVI ha rogado al Niño de Belén que ayude a los cristianos «a reconocer su rostro en el otro que lo necesita, en los que sufren o están desamparados» y en «todos los hombres» para convertir al mundo «en una familia, su familia». El Papa ha asegurado que Dios «ha llamado al hombre a una libre respuesta de amor» y que el hombre no puede «con su buena voluntad redimirse a sí mismo» sino que necesita la gracia del amor de Dios y la respuesta libre del hombre para su salvación, que Dios espera «y que incluso ruega en el nacimiento de su Hijo».
El Pontífice ha insistido en que Dios «no deja de buscar» a cada hombre y de levantarlo cada vez que lo necesita. Según ha declarado el Papa en su homilía, Dios «no abandona a la oveja extraviada en el desierto» y no se deja «confundir por el pecado» sino que vuelve «a comenzar» con cada hombre. Benedicto XVI ha asegurado que Dios ama a los hombres «para que puedan convertirse en personas que aman junto con El y así haya paz en la tierra».