La Unión Europea prepara una nueva ronda de pruebas de solvencia para medir la solidez del sector bancario y disipar definitivamente las dudas que siguen pesando sobre las entidades, en gran medida por su exposición a las crisis de la deuda soberana y de la construcción. «Necesitamos pruebas rigurosas y estrictas, que den una mayor credibilidad», explicó ayer el comisario de Servicios Financieros, Michel Barnier, tras la reunión de titulares de Finanzas.
Barnier explicó que se ha logrado un acuerdo general para fijar criterios más estrictos que incluyan la capacidad de los bancos para obtener liquidez de los mercados, así como su exposición a la deuda de países afectados por la crisis de solvencia.
El comisario también destacó la necesidad de realizar los exámenes de manera uniforme en todos los países para evitar que sean aplicados con distinto nivel de exigencia y poder coordinar una respuesta a las posibles debilidades que salgan a la luz.
Debate técnico
No obstante, el consenso alcanzado ayer no es definitivo, de manera que los criterios evaluables volverán a ponerse sobre la mesa en la reunión de ministros de febrero, después de que se debata a nivel técnico, según explicaron fuentes diplomáticas.
Asimismo, la metodología de las pruebas, que se efectuará a 85 bancos europeos, debe ser acordada junto con el Banco Central Europeo y las nuevas instituciones de supervisión creadas por la Unión Europea: la Autoridad Bancaria Europea (ABE) y el Consejo Europeo de Riesgo Sistémico (CERS).
De hecho, la ABE propuso efectuar el examen de liquidez de manera separada a las pruebas de estrés, que prevé que estarán listas a comienzos de junio, según fuentes presentes en la reunión. Estas fuentes informaron de que algunas delegaciones consideraron necesario dotarse de la capacidad de actuación para afrontar posibles problemas que arrojen las pruebas, que deberán estudiar el riesgo asociado a cada país.