En medio de una enconada crispación política, que azota a Albania desde hace ya meses, una violenta manifestación contra el Gobierno del conservador primer ministro Sali Berisha acabó ayer con tres muertos y decenas de heridos.
Miles de manifestantes, en su mayoría seguidores del opositor Partido Socialdemócrata llegados de todo el país, marcharon hacia la sede del Gobierno en el centro de Tirana cuando fueron reprimidos por la policía, que utilizó gases lacrimógenos, cañones de agua y armas de fuego.
Tres civiles fueron abatidos a corta distancia, mientras que al menos 22 manifestantes y 17 policías resultaron heridos, confirmó Sami Koceku, jefe de Urgencias del hospital militar de Tirana. Tres de los heridos están en estado grave, agregó el médico.
Cientos de policías protegieron la sede del Gobierno ante la llegada de los manifestantes y respondieron con la fuerza a las pedradas, aunque se desconoce por ahora quién empezó con los enfrentamientos.
Furia
Los manifestantes, enfurecidos por la gestión de Berisha y numerosos casos de corrupción en el entorno de su Ejecutivo, exigieron la dimisión del primer ministro y elecciones anticipadas con gritos de «Queremos Albania sin Sali» y «Sali, ladrón, ¿dónde te has metido nuestro dinero?».
Después de dispersar a los manifestantes que estaban delante de la sede del Gobierno, un grupo de opositores logró entrar al recinto gubernamental por un portón lateral, mientras lanzaban piedras contra los agentes y el edificio. Los manifestantes lograron echar abajo la puerta, pero la policía logró controlar la situación y los opositores pudieron huir.
El bulevar Deshmoret e Kombit, que conduce a la sede del Gobierno, parecía un campo de batalla, con numerosos coches dados la vuelta e incendiados.
Por su parte, el primer ministro acusó a la oposición socialista de organizar un escenario tunecino y de utilizar a criminales a sueldo para avivar las protestas.