Los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete prometieron anoche a Grecia un segundo rescate, que ascenderá a alrededor de 100.000 millones de euros según diversas estimaciones, si su Parlamento aprueba la semana que viene el plan de ajuste y privatizaciones pactado con la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Una votación positiva permitirá además desbloquear en julio la ayuda de emergencia de 12.000 millones de euros que el Gobierno de Atenas necesita para no suspender pagos en verano, según las conclusiones pactadas por el Consejo Europeo. La UE urge al conjunto de la clase política griega a apoyar las nuevas medidas de ajuste y el plan de privatizaciones del país como único camino para continuar recibiendo el apoyo exterior. «No hay un plan B», advirtió el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker.
Oposición
Sin embargo, el líder de la oposición helena, el conservador de Nueva Democracia Antonis Samaras, rechaza las medidas impulsadas por el Gobierno socialista, por considerar que Grecia necesita una política distinta a la consolidación fiscal, «que garantice que la economía se recupera», tal y como él mismo expresó tras asistir a la reunión del Partido Popular Europeo (PPE), previa a la cumbre.
Muchas de las declaraciones de los líderes iban encaminadas vencer la resistencia de Samaras. La canciller alemana, Angela Merkel, instó a la oposición griega a «hacer honor a su responsabilidad histórica» y a aprobar las medidas. El propio primer ministro griego, Yorgos Papandreu, consideró que «es muy importante que cualquier político griego sea responsable porque hay mucho por hacer en Grecia». Por su parte, Papandreu pidió a la UE que muestre un «compromiso firme» con su país, pues este gesto permitiría impulsar un voto favorable del Parlamento griego, la próxima semana.
En este sentido, los líderes comunitarios tratan de pactar una declaración de apoyo explícito a Grecia, aunque según las primeras versiones, el texto no hará mención explícita al próximo desembolso de ayuda y sí mencionará la necesidad de que las fuerzas políticas griegas escenifiquen su apoyo al programa como condición previa de acceso al dinero.