El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, parte en clara desventaja frente a su rival y candidato por el Partido Socialista, François Hollande, de cara a las elecciones presidenciales de hoy, aunque habrá que esperar lo que hacen el 14% de indecisos y el 20% de votantes que no piensan acudir a las urnas.
Si se confirman los pronósticos, Sarkozy se convertirá en el undécimo líder de la eurozona en abandonar el poder desde el inicio de la crisis de deuda soberana, en una carrera marcada por el hastío generalizado con la figura del dirigente galo.
Si bien las encuestas apuntan a que los comicios se decidirán entre ambos candidatos, conviene no olvidar la importancia de las formaciones políticas situadas en los polos del espectro político galo. La carrera por el tercer puesto es prueba de ello, donde se enfrentan la líder del partido de derecha Frente Nacional, Marine Le Pen, y el candidato de la coalición Partido de Izquierdas, Jean-Luc Mélenchon.
La llave
A la espera de que el 14 por ciento de indecisos (entre seis y ocho millones de franceses) termine de concretar su opinión, muchos analistas centran su atención en el candidato centrista François Bayron, quien podría tener la llave para decidir los comicios.
Bayron tiene solo un 11 por ciento de los votos y su no pasará a la ronda final, pero es un porcentaje lo suficientemente elevado como para que Bayron decante la elección dependiendo del candidato final que recomiende a sus votantes. Por ahora, mutismo absoluto. «Me niego categóricamente a que me arrastren a un debate a la segunda ronda. Significaría que acepto la bipolarización de la política francesa», declaró a Le Figaro.
«Estos comicios son una expresión del rechazo profundo a Nicolas Sarkozy», resume un antiguo integrante del partido del presidente, la Unión por un Movimiento Popular (UMP). «Por encima de todo, son un rechazo de su persona, de su omnipotente y arrogante gobierno», añadió.