La lava del volcán hawaiano Kilauea, que entró en erupción hace tres semanas, continúa aproximándose a una planta térmica de la isla que contiene sustancias inflamables y podría provocar una emisión incontrolable de gases tóxicos.
La planta geotérmica de Puna Venture (PGV, por sus siglas en inglés) suministra un 25 por ciento de la energía de la isla de Hawái y se encuentra cerrada desde el 3 de mayo, cuando entró en erupción el volcán en lo que los geólogos han considerado el peor evento vulcanológico del último siglo. Unos 227.000 litros de pentano inflamable han sido retirados de la zona.
Los trabajadores de la planta se encuentran ahora tratando de cerrar los tres pozos de las instalaciones, que tienen acceso a agua extremadamente caliente a unos 2.000 metros de profundidad, la cual permite el funcionamiento de grandes turbinas para la producción de electricidad.
«Queremos cerrar los pozos para eliminar un mayor riesgo de que se produzca una emisión incontrolable» de gases y humo desde la planta, ha indicado el gobernador de Hawái, David Ige, durante una rueda de prensa.
«El flujo de lava se encuentra a unos 250 metros de la planta», ha señalado la portavoz del condado homónimo Janet Snyder en un correo electrónico. «Estamos intentando enfriar los tres pozos. Hemos tenido dificultades con el tercero», ha añadido.
Este mismo lunes, la lava del volcán ha entrado en contacto con el océano Pacífico y ha provocado una nube de ácido que podría ser mortal y en la que hay en suspensión fragmentos finos de vidrio.
El humo cáustico puede ser fatal si se inhala. El volcán ha producido alrededor de dos docenas de grietas que arrojan lava, el mismo número que en un anterior evento de 88 días en 1955.
La erupción ha entrado en una fase más violenta, en la que grandes volúmenes de roca fundida, más caliente y más rápida que el magma más viejo, están saliendo de las fisuras en el suelo que han estallado en una pequeña área de comunidades rurales.