Los guardias civiles juzgados en San Sebastián por maltratar a los etarras que volaron la T-4 de Barajas, Igor Portu y Mattin Sarasola, durante su detención y traslado sugirieron ayer que las lesiones que sufrieron los terroristas se produjeron durante su arresto, al que se resistieron violentamente.
La negativa de todos ellos a responder a las preguntas de la acusación particular agilizó sus declaraciones, que concluyeron ayer mismo por la mañana.
La Fiscalía de Guipúzcoa no aprecia indicios de delito en cinco de los procesados, pero imputa torturas a otros cuatro y considera a los seis restantes responsables de otras tantas faltas de lesiones. Por ello, reclama tres años para dos de los encausados (un sargento y un cabo), dos años para otros dos (un cabo y un guardia) y diez días de localización permanente para los seis restantes (dos tenientes, tres cabos y un guardia).
La acusación particular, que ejercen Portu y Sarasola, imputa a los quince guardias un delito de tortura en su modalidad agravada, por los que solicita penas de 6 a 17 años de reclusión.
Testimonios coincidentes
Los agentes ofrecieron testimonios coincidentes entre sí, según los cuales los dos terroristas se dieron a la fuga cuando los guardias les pidieron que les mostraran las mochilas que portaban y en las que ocultaban dos revólveres y munición.
Entonces, dos policías persiguieron a Portu y otros dos a Sarasola. A los pocos metros, el sargento y un cabo «placaron» al primer terrorista, que cayó de cara al suelo de frente con ambos guardias encima, a pesar de lo cual intentó proseguir la huida agrediendo con «una violencia desmesurada» a los policías, que se tuvieron que emplear «a fondo» para reducirle y esposarle. Una situación similar se produjo con Sarasola.
Mantienen, asimismo, que no se desviaron de los trayectos marcados para torturar a los etarras.