El Tribunal Supremo ha ordenado que se celebre un nuevo juicio civil sobre el caso de Antonio Meño, el hombre que entró en coma vigil irreversible hace 21 años tras someterse a una operación de cirugía estética -una rinoplastia- en una clínica de Madrid, que resultó absuelta.
Así lo ha acordado la Sala de lo Civil del TS en una sentencia, notificada ayer, en la que estima la demanda de revisión de la familia de Meño y rescinde las sentencias dictadas anteriormente sobre este asunto, por lo que se reabre el caso.
El pasado 3 de noviembre Meño fue llevado en una camilla al Alto Tribunal para asistir a parte de la vista pública, en la que el fiscal pidió al Supremo que admitiera esta demanda.
El pasado mes de junio, el Supremo, siguiendo el criterio de la Fiscalía, aceptó revisar el caso de esta familia, cuyas demandas por negligencia médica contra la clínica donde se operó y el anestesista que le atendió habían sido rechazadas, por lo que fueron condenados a pagar 400.000 euros por las costas.
El caso se ha visto de nuevo en el Supremo debido a la aparición de un nuevo testigo, un médico en prácticas que estuvo presente en la operación, en 1989. Se trata de Ignacio Frade, quien aseguró en la vista que durante la intervención el anestesista se ausentó y no estaba presente cuando él mismo se percató de que se producía una alteración en la frecuencia del ritmo cardiaco de Meño.
Incidente
Según Frade, el paciente, que entonces contaba con 21 años, entró en coma porque durante la intervención se desconectó el tubo por donde respiraba y el anestesista se hallaba fuera del quirófano.
Las partes demandadas se opusieron a la revisión del caso al estimar que el testimonio de Frade no es veraz.
Ahora el Supremo concluye que la declaración del nuevo testigo pone de manifiesto una maquinación fraudulenta «gestada fuera del proceso entre los profesionales intervinientes en la rinoplastia estética con el fin de impedir a los perjudicados aproximarse remotamente (...) a la realidad de lo ocurrido».