El líder del PP, Mariano Rajoy, dejó ayer clara su obsesión por restablecer la unidad de los españoles y acabar con «los bandos y trincheras» de los últimos años, y por ello se comprometió a gobernar desde la verdad, la concordia y la valentía para cultivar «nuevas afinidades» y salir de la crisis. Esta obsesión por lanzar «un proyecto común de recuperación» en el que «no sobre ningún español» estuvo presente en un discurso en el que, no obstante, no hubo una sola mención a ninguna de las propuestas que puedan ir en el programa electoral.
Rajoy no dio detalles sobre el texto del programa a pesar de que la Convención de Málaga se había preparado para debatir sobre él y de que el pasado jueves enumeró algunas de las iniciativas que se someterían a discusión, como la reducción del número de parlamentarios o la limitación de mandatos presidenciales.
Enemigo de nadie
El candidato del PP a la Presidencia del Gobierno centró su discurso en la apuesta por la concordia y por «vivir en convivencia con los que no piensan» como los populares, ya que es importante acabar con el «gran error» de los últimos años, cuando -en alusión al Gobierno actual- «se ha pretendido forzar a los españoles a elegir entre bandos y trincheras». Rajoy se retrató como un una persona que «no se siente enemigo de nadie», al que gusta «cosechar consensos» y escucha siempre las ideas de los demás. Según el líder del PP: «Tenemos que crear nuevas afinidades entre los españoles y no atizar viejas diferencias».
Siguió dando pinceladas sobre cómo quiere gobernar al afirmar que «en la gran empresa» de la superación de la crisis «no sobra ningún español», que aspira a ser «el presidente de todos los españoles», aunque «sin aspirar a caer a todos bien»; y que quiere liderar no sólo a «los militantes del PP, sino a todos los españoles».
Ahora Rajoy es el favorito para ganar las elecciones del 20 de noviembre y la Convención se cerró en medio de un clima de euforia y con el convencimiento de que el PP ganará las elecciones. Más allá de las muestras de agradecimiento y respaldo que lanzó a su dirección y a sus trece presidentes autonómicos, puso a la España de Aznar como ejemplo a seguir. El presidente del PP reiteró que la herencia que reciba el próximo Gobierno es básicamente «una grave crisis económica, social e institucional», es la «peor herenciaque ningún gobierno ha legado jamás al siguiente».