El Rey ha abandonado la clínica La Milagrosa, seis días después de su operación de hernia discal, dispuesto a afrontar una recuperación de varios meses que no le impedirá trabajar en la Zarzuela y ha afirmado que se encuentra muy bien y no sufre ya ningún dolor.
«Gracias a Dios, ya estoy muy bien; no me duele la espalda, ni nada», ha comentado desde el automóvil que le trasladaba a la Zarzuela, en respuesta a los numerosos periodistas que le aguardaban ante la clínica y han estado pendientes de su evolución los últimos seis días, a quienes ha dirigido estas palabras; «Muchas gracias por vuestra paciencia y vuestro trabajo a pesar de la lluvia».
Antes de bajar en ascensor hasta el lugar donde estaba estacionado el vehículo, Don Juan Carlos se ha despedido tanto del neurocirujano Manuel de la Torre como del resto del equipo médico, sanitario y directivo que le ha atendido durante su estancia en La Milagrosa, junto a quienes ha posado, sin muletas, para el fotógrafo oficial de la Casa del Rey.
A partir de este momento, el jefe del Estado comienza un periodo mínimo de dos meses y máximo de seis para completar su total recuperación, durante el que no realizará ningún viaje, aunque sí reemprenderá sus tareas en la Zarzuela, entre ellas el habitual despacho semanal con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
Menos de una hora antes de su salida, el gerente de la clínica, Gaspar Palet, leía el parte de alta hospitalaria en el que De la Torre y el jefe del Servicio Médico de la Casa del Rey explicaban que el paciente ha cumplido «de forma satisfactoria todo el proceso postoperatorio», por lo que comienza ahora «la segunda fase, domiciliaria, del plan de rehabilitación establecido».
Aunque reanudará poco a poco sus tareas de despacho y mantendrá su reunión semanal con Rajoy en el Palacio de la Zarzuela, Don Juan Carlos tardará todavía un tiempo en volver a incluir actividades oficiales públicas en su agenda para facilitar el plan de rehabilitación, sobre cuyos avances la Casa del Rey no tiene previsto informar.
En una intervención quirúrgica bajo anestesia general que duró unas tres horas, el doctor De la Torre le extirpó el pasado domingo dos segmentos herniados de disco en sendos espacios intervertebrales de la zona lumbosacra de la columna: entre la tercera y la cuarta vértebra lumbar y entre la cuarta y la quinta.
Este experimentado neurocirujano, que trabajó varios años en el servicio médico de la Casa del Rey, utilizó el neuronavegador O-Arm, un avanzado equipo único en España, para lograr la máxima precisión en una intervención durante la que liberó las raíces nerviosas del canal raquídeo comprimidas por las hernias, reconstruyó los discos desgastados y estabilizó la zona con tornillos pediculares.
Después de la operación, De la Torre explicó que el Rey tardará entre dos y seis meses en lograr una recuperación completa, tras la que, según subrayó, no necesitará las muletas que ha empleado desde que el pasado noviembre fue intervenido en la cadera izquierda.
El monarca abandonó la Unidad de Cuidados Intensivos el lunes por la mañana y ese mismo día, a última hora de la tarde, se incorporó y dio un primer paseo por la habitación, mientras que el martes comenzó los ejercicios de rehabilitación pasiva, que desde el jueves se intensificaron en sesiones de mañana y tarde.
El ambiente de tranquilidad que ha rodeado la estancia del Rey en La Milagrosa se vio alterado repentinamente el pasado miércoles a primera hora con la explosión fortuita de dos bombonas de oxígeno en un almacén de la clínica, que provocó intoxicaciones leves a tres operarios y a dos bomberos y obligó a trasladar a cuatro enfermos que estaban en la UCI a otros centros sanitarios.
Una vez superado el sobresalto y retirado el aparatoso despliegue de ambulancias, SAMUR, emergencias y Policía en torno a la clínica, el centro hospitalario recobró la normalidad y, esa misma tarde, Don Juan Carlos recibió numerosas visitas familiares e institucionales.
Los presidentes del Congreso, el Senado y el Consejo General del Poder Judicial, así como la defensora del pueblo, acudieron aquella tarde a la clínica, al igual que la Reina y los Príncipes de Asturias, en esa ocasión con sus hijas Leonor y Sofía.
La Reina, los Príncipes y las infantas Elena y Cristina ya habían acompañado al Rey durante la operación y habían tenido ocasión de compartir algunas palabras con él cuando se recuperó de la anestesia.
Rajoy, se acercó a la clínica al día siguiente para despachar durante una hora con el jefe del Estado, mientras que el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, le visitó dos días después y el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, acudió el jueves.
El último representante institucional que le visitó fue el presidente del Tribunal Constitucional, Pascual Sala, quien le vio «muy animoso» y con unos «deseos muy grandes de recuperación».
Esta operación ha sido la segunda a que se ha sometido el Rey en tres meses -tras la implantación de una prótesis en la cadera izquierda el 23 de noviembre- y la undécima desde los años ochenta, si bien ha sido la primera en la columna vertebral, ya que las anteriores, la mayoría de tipo traumatológico, se localizaron en articulaciones y extremidades, debidas a accidentes o desgaste óseo.