El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, elogió este sábado las reformas aplicadas en España, Portugal e Irlanda, los países de la UE que más han aumentado su productividad desde 2010, y advirtió de la necesidad de que los países «del norte» sigan también ese camino, porque «lo que ha subido, puede caer».
Invitado a pronunciar un «Discurso sobre Europa» en uno de los actos organizados en Berlín en el aniversario de la caída del Muro, Van Rompuy destacó el camino emprendido por los países «de la periferia» más afectados por la crisis, pero hizo hincapié en la necesidad de que toda la UE mejore su competitividad.
A su juicio, Alemania tampoco está a salvo, ya que debe afrontar desde el reto que supone el envejecimiento de la población, hasta el mal estado de sus carreteras o el elevado precio de su energía.
Van Rompuy centró buena parte de su discurso en la crisis del euro y describió como un «éxito» las medidas adoptadas en la UE, que han permitido dejar atrás «el riesgo existencial» que llegó a sufrir la eurozona.
«La historia dará cuenta del importante papel que la canciller Angela Merkel y otros han tenido en este logro», señaló.
Tras destacar la «solidaridad sin precedentes» entre los socios europeos durante esta crisis, reconoció que el camino no ha sido fácil y apuntó a las críticas a las políticas de austeridad, pero defendió las medidas adoptadas.
Corregir los problemas que muchos países habían subestimado hasta que estalló la crisis «habría sido mucho peor sin el euro» y «resolver el problema de exceso de deuda soberana con más deuda simplemente no funciona», manifestó.
Van Rompuy calificó de «esencial» el papel de Alemania, su apuesta por el euro y su «firme» defensa de las reformas, pero volvió a recordar a este país que no puede olvidar sus retos: «el liderazgo más convincente es el liderazgo con el ejemplo».
Entre los próximos pasos de los socios comunitarios, destacó la importancia del Consejo Europeo de diciembre, donde se abordará la unión bancaria y los «contratos» con los que los países se comprometerán a reformas que incrementen competitividad y empleo con elementos de solidaridad.
A pesar de que su discurso emanó optimismo, Van Rompuy no olvidó la amenaza del «populismo» en Europa, alimentado por el «miedo» y la «ansiedad» que cala en los ciudadanos ante la crisis.
A su juicio, ante esa creciente desconfianza en la política tradicional hay un único camino: «Los líderes deben decir la verdad».
No hay una solución mágica para salir de la crisis, las reformas tardarán en dar sus frutos en el crecimiento y el empleo, se requieren cambios en la economía real y «el coste de la no-Europa sería insoportable», apuntó.
«Populismos y nacionalismos no pueden ofrecer respuesta a los retos de nuestra época. Los políticos deben dejar claro qué está en juego. Y deben defender en voz alta sus convicciones europeístas», remachó.
En este contexto, subrayó también la necesidad de combatir el populismo contra la inmigración, dejando claro que las corrientes legales son, además de necesarias, muy superiores a las ilegales y que hay instrumentos para luchar contra las segundas.
Recordó como ejemplo que, a pesar de la elevada tasa de paro de muchos países, hay dos millones de puestos de trabajo vacíos en toda la UE porque no se encuentra mano de obra local.
Y rebatió con más cifras las críticas a la acogida de refugiados: en los dos últimos años, los 28 socios europeos han recibido a 40.000 sirios que huían de la guerra en su país, mientras que sólo Jordania, Líbano y Turquía han acogido a dos millones.