Ayer, a media tarde, llegaron los Reyes y sus hijas al Palacio de Marivent. Ambos conducían sus propios coches. El primero en llegar fue don Felipe, procedente de Lieja, donde asistió a los actos de la Gran Guerra.
En la parada que obligatoriamente tuvo que hacer frente a Marivent (el semáforo estaba en rojo) ni siquiera miró a los fotógrafos y cámaras que aguardaban. Movió algo la mano a modo de saludo. Algo más expresiva fue su esposa, quien saludó con la mano y sonrió.
Ella llegó a Palma procedente de Madrid. Cubría sus ojos con unas gafas de cristal de colores y detrás iban sentadas su hijas, la princesa de Asturias y la infanta Sofía. La familia se alojará en Son Vent, como en años anteriores. Serán unos diez días.