La Audiencia Nacional ha condenado a 60 años de cárcel al etarra Juan Jesús Narváez Goñi por el asesinato de dos policías en diciembre de 1991, cuando, acompañado de otro etarra, les dispararon 20 tiros a bocajarro en un establecimiento de Barcelona.
Esta es la primera condena al etarra desde que fuera entregado a España en febrero del año pasado junto a su pareja, la también etarra Itziar Alberdi Uranga, desde Puerto Vallarta (México), donde residían fugados con sus hijos desde hacía 22 años.
Ambos han sido absueltos, por no poder probarse su participación en el atentado, del asesinato de un disparo en la cabeza del catedrático Manuel Broseta, en 1992 en Valencia, hechos por los que el fiscal pedía 56 años de cárcel para cada uno.
La sección tercera de la Sala de lo Penal considera a Narváez Goñi autor del asesinato de los policías José Garrido y Francisco José Delgado el 13 de diciembre de 1991, una acción que perpetró acompañado del otro etarra José Luis Urrusolo Sistiaga, ya condenado por estos hechos.
La sala también le impone una indemnización por responsabilidad civil de 500.000 euros para las familias de cada uno de los agentes.
El tribunal considera probado que el etarra formaba parte del comando de liberados Ekaitz, que cometió 18 asesinatos en un año, y que ese día se percató de la presencia de los policías al pasar con el otro etarra junto un establecimiento llamado «Auto-Sonido Barcelona».
Tras rebasar este comercio, los dos pasaron por delante de una oficina de una caja de ahorros, cuya cámara les grabó y, poco después, entraron en el establecimiento «con el propósito de asesinar a miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, toda vez que la acción en cuestión no estaba previamente planeada».
Así, se aproximaron a los agentes cuando «se hallaban vueltos de espaldas, absolutamente desprevenidos y hablando de forma despreocupada con el dueño y el dependiente del comercio».
Tras descargar 20 disparos contra ellos, el policía José Garrido, funcionario de prácticas de la Escala Básica del cuerpo, murió instantáneamente, mientras que Francisco José Delgado, también funcionario de prácticas, falleció durante el traslado al hospital.
Después de cometer el atentado, los dos terroristas se dieron a la fuga en un Ford Fiesta y una de la personas que se encontraba en ese momento en el establecimiento anotó la matrícula y se la facilitó a la Policía.
El vehículo, que habían sustraído un día antes, fue abandonado a unos 900 metros , en la confluencia de las calles de Valencia y Llanca, con las placas de matrícula de otro coche que también habían robado en noviembre de ese mismo año. Posteriormente del coche se extrajeron 14 huellas digitales de las manos de Narváez.
La misma sección ha absuelto a Narváez Goñi y a su mujer, Itziar Alberdi Uranga, del asesinato de Manuel Broseta.
El fiscal consideraba que fueron ellos los que, en la mañana del 15 de enero de 1992, dispararon un tiro en la cabeza al catedrático cuando salía de la facultad de Derecho de Valencia, lo que causó instantáneamente su muerte.
Sin embargo, la sala cree que no se ha podido probar que ellos fueran los responsables del asesinato porque su acusación se basaba en el testimonio de Fernando Díez Torre, que formó parte del mismo comando con los acusados.
Este etarra aseguró en cambio en el juicio que sus declaraciones en las que dijo que los mismos cometieron estos hechos las había prestado por las torturas.