El independentismo ha conmemorado este sábado el quinto aniversario del referéndum unilateral del 1-O, con un acto teóricamente unitario en Barcelona, donde se ha evidenciado la falta de una hoja de ruta compartida y un clima de crispación que podría culminar en los próximos días con la ruptura del Govern, según ha informado EFE. Lejos de la movilización del año inmediatamente posterior al 1 de octubre de 2017 -se manifestaron 180.000 personas en 2018-, el Arco de Triunfo de Barcelona ha reunido esta tarde a unas 11.000 personas, según la Guardia Urbana, en un acto organizado por seis entidades independentistas: el Consejo por la República, la ANC, Òmnium Cultural, la AMI, Intersindical-CSC y Cambra de Comerç de Barcelona.
El acto pretendía ser unitario y, a diferencia de la manifestación organizada por la ANC con motivo de la última Diada del 11 de septiembre, han asistido dirigentes de todos los partidos independentistas, incluida ERC. Sin embargo, ni en los discursos ni entre los asistentes ha habido señales de unidad: todos han apelado al espíritu unitario que hizo posible el 1-O, pero han diferido en sus recetas, mientras que los abucheos a dirigentes de ERC -a Marta Rovira, al ser mencionada por uno de los presentadores del acto, y a Carme Forcadell- intentaban ser contrarrestados con aplausos por otra parte de los concentrados.
La falta de un plan común que permita unificar esfuerzos como en 2017 se ha puesto de manifiesto con el mensaje institucional que ha ofrecido con motivo de los cinco años del 1-O el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, que ha hecho un llamamiento a la unidad en torno a su propuesta para lograr un referéndum amparado por un «acuerdo de claridad», la llamada vía canadiense. Precisamente ayer, esa vía recibió un portazo en el Parlament, al ser rechazada una propuesta de resolución que solo apoyaron ERC y los comunes, una votación que ha aprovechado para recordar el diputado de Junts Francesc de Dalmases en respuesta a Aragonès, al que ha acusado de «falta de respeto a la soberanía del Parlament».
«Si hay algo que sea la antítesis del Primero de Octubre es el acuerdo de claridad», ha dicho en Twitter el expresident Quim Torra. En el acto en el Arco de Triunfo, ha inaugurado las intervenciones la presidenta del Parlament durante el 1-O, Carme Forcadell, de ERC, que ha recibido los abucheos de una parte de los asistentes. «Necesitamos una estrategia común. Dejémonos de pelearnos, de lamentarnos. Olvidémonos de los reproches y trabajemos conjuntamente para una nueva oportunidad», ha afirmado Forcadell, visiblemente incómoda, antes de añadir: «No podemos ganar si nos enfrentamos entre nosotros en lugar de enfrentarnos conjuntamente al Estado». El cisma entre las estrategias de ERC y JxCat se ha puesto en evidencia con el discurso final por vía telemática del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, que ha amenazado a Aragonès con desbordar al Govern si no avanza en el proceso independentista. Sin llegar a mencionar explícitamente a Aragonès, ha emplazado a «los que hoy tienen la responsabilidad» del Govern a que «se pongan al servicio de lo que decidimos hace cinco años, que ya toca».
Este es, ha dicho, un reto que el Consejo por la República -el espacio parainstitucional que lidera Puigdemont desde Bélgica- «se propone encabezar, por si alguien se despista y, una vez ha cogido nuestros votos, ya no lo vemos nunca más». «Si no se avanza en la dirección marcada por el referéndum legal, democrático y vinculante, el Consejo por la República tiene la obligación de ponerse al frente», ha advertido. Las intervenciones de los responsables de las principales entidades del soberanismo civil, como la ANC, Òmnium Cultural o la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), han estado marcadas por los constantes gritos de «Govern dimisión» desde los asistentes, que según los organizadores han llegado a ser 60.000. Con este clima de fractura dentro del independentismo, mañana domingo es el último día que se ha dado de margen JxCat para intentar alcanzar un acuerdo con Aragonès para reconducir su crisis, antes de que la militancia de Junts se pronuncie en una consulta, los días 6 y 7 de octubre, sobre si hay que salir o no del Govern. No hay expectativas de que llegue algún acuerdo in extremis, ya que el documento de condiciones que JxCat trasladó ayer viernes a Aragonès resulta inasumible para el president.