Luke Hanoman es un joven británico de 28 años que puede contarlo de milagro. El hombre estuvo a punto de morir a causa de una sepsis, una infección grave que puede acarrear consecuencias trágicas por una práctica poco recomendable, ya no solo por estética o educación sino por salud: morderse las uñas.
Según se han hecho eco varios medios británicos, Hanoman tuvo que estar ingresado durante cuatro días en el equivalente de una UCI tras desarrollar una infección como consecuencia de morderse las uñas, y ahora, después de haber pasado lo peor, quiere concienciar a las personas de los peligros invisibles de una práctica tan común y cotidiana como esta.
Todo iba bien hasta que empezaron a aparecer los síntomas: temblores, sudores fríos y fiebre. Uno de sus dedos se hinchó y eso lo puso en alerta. Acudió al médico y allí le dijeron que había hecho bien en ir. Con toda probabilidad eso le había salvado la vida, pues estaba a las puertas del shock séptico.