La alpinista y deportista de élite Beatriz Flamini, que acaba de batir el récord mundial tras permanecer 500 días en una cueva sin contacto con el exterior ni referencias temporales, ha explicado que «nunca» pensó en abandonar pese a los momentos difíciles y para soportar este reto de condiciones extremas recurrió a lo que ella considera «muy importante, la coherencia»: «Que lo que piensas, lo que sientes y lo que dices estén unidos».
Una Beatriz emocionada, lúcida y «muy satisfecha» consigo misma ha comparecido ante los medios de comunicación prácticamente dos horas después de salir, en la mañana de este viernes, de la cavidad en la Costa Tropical de Granada en la que ha pasado el último año y medio de su vida, a una profundidad de 70 metros, y ha reconocido que cuando su equipo ha acudido a por ella no se esperaba que ya hubiera cumplido el reto, pues no ha sido consciente del paso del tiempo.
«Cuando he visto la luz no he sentido nada porque ha sido como si fuera hace un rato que he entrado (...) para mí sigue siendo el 21 de noviembre de 2021, no sé lo que ha pasado en el mundo, no tengo ni idea», ha relatado, precisando que aunque inicialmente intentó tomar referencias para calcular el tiempo, no pudo. En este tiempo ha sufrido alucinaciones auditivas y alguna pérdida de memoria a corto plazo, pero asegura que «nada de lo que hay escrito» respecto a los riesgos de una experiencia tan extrema como esta le han sucedido.
Leer, pintar, tejer son algunas de las cosas en las que se ha afanado para pasar el tiempo, si bien recalca que «la fuerza la ha sacado del aquí y el ahora», y que se ha centrado en las «sensaciones del cuerpo» para decidir cuándo comer, beber o dormir.