En otras ocasiones hemos hablado del sueño, de la calidad y cantidad del mismo y su influencia en nuestra salud cardio vascular o nerviosa. E incluso del binomio sueño/actividad física como dos componentes («Es Diari» 13-08-2021) que podrían compensarse a la hora de evitar dichos riesgos (Bo-Huei Huang et al, 2021).
Y es que como dormimos influye en nuestra salud y en como la percibimos, pues dormir mal, en calidad y cantidad, influye en nuestro estado de ánimo, en sufrir depresión, en aumentar el riesgo de demencia, en el peso corporal, en el riesgo de contraer diabetes, hipertensión e incluso infecciones. Y sobre todo en nuestro riesgo cardiovascular.
Abundando en este, un estudio de Hoevenaar-Blom MP et al de ya hace años (Sleep. 2011) comprobó como un sueño corto podría ser un factor que aumentara el riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV) hasta un 63% y en un 79% de enfermedad coronaria (angina de pecho, infarto de miocardio) cuando se le comparaba con personas con sueño normal. Se trató de un estudio holandés sobre 20.432 individuos entre 20-65 años sin historia de ECV al inicio del estudio y realizado mediante cuestionarios autoadministrados durante 10-15 años.
Aquellos que dormían poco, o menos de 6 horas, aumentaron en un 15% el riesgo de ECV y un 23% el riesgo de enfermedad coronaria en comparación con aquellos que dormían 7 horas (sueño normal).
A su vez aquellos que dormían poco y con pobre calidad del sueño tuvieron un riesgo aún mayor (63%) de ECV y un 79% de enfermedad coronaria en comparación con aquellos con sueño normal y con buena calidad del mismo.
En dicho estudio no se encontró asociación entre dormir mucho (≥ 9 h) y ECV o enfermedad coronaria. Algo que contradijo un estudio chino más reciente (Zhou L et al, Neurology. 2020) sobre 31.750 individuos de la cohorte Dongfeng-Tongji, con una edad media al inicio de 61,7 años, que en un seguimiento de 6 años, aquellos con un sueño superior a 9 horas (en comparación con aquellos que dormían 7 horas) tuvieron un riesgo superior de un 23% de presentar accidente vásculo cerebral –atac de gota-, e incluso superior en aquellos con mala calidad del sueño. Estos y otros estudios han demostrado que la mala calidad del sueño aumenta el riesgo de ECV, sin embargo, la mayoría de ellos estudian únicamente uno o dos aspectos del sueño, la duración del sueño y/o la presencia de apneas (interrupción de la respiración) durante el mismo, de las que hablamos hace algunas semanas («Es Diari» 29-09-2023:32).
En este aspecto un estudio reciente del Inserm, France's National Institute of Health and Medical Research por Aboubakari Nambiema et al publicado el mes pasado (European Heart Journal 20-Octubre 2023) realizado en dos países europeos, ahonda en el tema e introduce cinco patrones del sueño que relaciona con la incidencia de la ECV en la comunidad. Se realizó a partir de dos estudios prospectivos, el Paris Prospective Study III (Paris, Francia) y el CoLaus|PsyCoLaus study (Lausanne, Suiza), utilizando una escala del sueño (healthy sleep score -HSS) entregada a cada participante y cinco patrones del sueño (cronotipo del sueño –vespertino, matutino-, duración del sueño entre 7-8 horas al día, nunca/raramente tener insomnio, no presentar apnea del sueño, y ausencia de somnolencia diurna excesiva), calculado la puntuación al inicio y cada dos años durante el seguimiento.
La puntuación fue de entre 0 (sueño alterado) a 5 (sueño perfecto). Esta última posibilidad comprendía dormir entre 7 y 8 horas, levantarse temprano y acostarse temprano, no presentar insomnio, ni apnea del sueño y no presentar somnolencia diurna excesiva.
Se analizaron a 11.347 participantes sin ECV entre 53-64 años (44,6% mujeres) durante un seguimiento de 8,9 años, en los que se produjeron 499 eventos de ECV (339 coronarios, 175 accidentes cerebrovasculares). Según éste análisis el riesgo de ECV se redujo un 18% por cada punto incrementado de la escala HSS. Con este estudio han demostrado que la mejoría en la puntuación en la escala del HSS se asociaría con una reducción del riesgo de la enfermedad coronaria y del accidente vásculo cerebral.
Estiman que entre el 30 y 60% de los nuevos ECV se podrían prevenir si las personas fueran capaces de alcanzar de forma óptima cuatro de las cinco características del sueño evaluadas.
Se trataría del estudio más completo publicado sobre el tema hasta el momento.