Sabemos que volverá a ocurrir. Los accidentes son inevitables, pero no deberíamos permitir que exista esta impunidad. La percepción es clara: parece que matar al volante sale muy barato. Esa es la idea que pasará por la cabeza de las personas que nos reuniremos el sábado para pedir justicia por la muerte de Bernat Ribas. El 28 de junio le ocurrió a él. Cualquier otro día el muerto o el herido podría ser, de nuevo, un deportista que esté haciendo ejercicio al aire libre o, quizás, una persona que simplemente pasee, solo, con amigos, o en familia, por los muchos caminos rurales que tenemos en nuestra isla.
Ibiza sufre un problema de movilidad que nuestros políticos tienen que encarar cuanto antes para resolverlo. El tiempo de los análisis debe dar paso de forma urgente al momento de las decisiones. La cantidad de vehículos a motor que circulan por un territorio tan reducido provocan incomodidades a los residentes, afectan a la economía porque nos restan atractivo como destino turístico y, lo más importante, son un riesgo para la seguridad vial.
Quizás no seamos conscientes de que cada vez que salimos a pedalear, a correr o a pasear nos estemos jugando la vida. La pasión nos lleva muchas veces a hacer de tripas corazón o a obviar la realidad para no vivir presos del miedo. Porque a la cantidad de turismos, motos, camiones y, en los últimos años, furgonetas, caravanas y todoterrenos de grandes dimensiones que recorren la isla hay que añadir un factor muy importante: la impunidad que conlleva atropellar a un ciclista o un peatón, o provocar un accidente involucrando a otro vehículo que circulaba correctamente. Aunque así se siegan muchas vidas y las consecuencias penales son muy reducidas. Es una verdad incómoda que debemos afrontar. Somos conscientes que legislar los delitos contra la seguridad vial no es competencia de las administraciones locales. Nuestros representantes, sin embargo, deberían ser el altavoz para conseguir que en el Congreso de los Diputados se endurezcan las condenas que contempla el Código Penal para este tipo de delitos. Hasta que no consigamos que asesinar al volante salga tan barato no lograremos ningún avance.
El alcohol y las drogas suelen estar de por medio y, en vez de agravar la responsabilidad del causante del dolor, se utilizan como eximente en el juicio. En Ibiza sabemos bien de lo que hablamos. Lo vimos en el caso de Vanessa Patricio. Se repitió con la muerte de Daniel Viñals. Está volviendo a suceder con Bernat Ribas: la persona que le atropelló en Benimussa salió de prisión preventiva pagando una fianza de apenas 10 mil euros. Lo dejaron libre el mismo día que enterrábamos a Bernat, por lo que fue aún más doloroso. Alguien que conduce sin carné y se da a la fuga, negándole a la víctima hasta el derecho de auxilio, debería ser duramente castigado.
Ante esta situación, ¿qué podemos hacer? Presionar, presionar y presionar hasta que los políticos cambien de una vez por todas las leyes que nos ponen en peligro ante los que ignoran las normas de tráfico. Aunque con estas líneas quiero, sobre todo, agradecer de antemano a las personas que el sábado marcharán, en bicicleta o a pie, desde la Casa del Mar (sede de la Dirección Insular del Estado) hasta el paseo de Vara de Rey, parando ante los juzgados, mi intención va más allá. No soy persona de pedir favores, pero esta vez me voy a permitir el lujo de pediros un favor a todos. No a los ciclistas ni a los cicloturistas ni a los amantes del deporte sino a toda la sociedad ibicenca. Tenemos que manifestarnos. Nos tenemos que movilizar y hacer oír. Y para ello debemos estar en la manifestación de este sábado. No valen excusas. Todos juntos seremos capaces de cambiar la ley.