El nuevo presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Torres, dejó claro, en la entrevista publicada ayer por este diario, cuáles son las prioridades de la isla. Torres fue contundente en que hay que hacer una reforma de emergencia hasta Santa Eulària, si bien el tramo que no está proyectado debe consensuarse, dijo, con el ayuntamiento. También se manifestó con mucha contundencia cuando valoró la próxima adjudicación de la nueva depuradora de Vila, con una inversión por parte del Ministerio de Medio Ambiente que asciende a 40 millones de euros. Es otra urgencia para Eivissa.
No paralizar. Desde que ha comenzado esta nueva etapa política en Balears se están escuchando demasiados mensajes de paralizar todo lo que hizo el Govern de Bauzá. En el caso de Armengol, sus primeras medidas fueron la derogación de la Ley de Símbolos y la sentencia definitiva del TIL. Esperemos que la nueva presidenta de Balears sea tan rápida y diligente para aprobar las medidas sociales que anunció en su investidura. Sin embargo, en Eivissa hay cuestiones que no pueden esperar más. La reforma de la carretera de Santa Eulària es una de ellas. El gobierno de Vicent Serra tampoco actuó todo lo diligente que cabría esperar a la hora de poner en marcha la reforma, una reforma más que necesaria a la vista de los constantes atascos que sufren todos los usuarios de la carretera entre Vila y Santa Eulària. Hubiese sido una gran irresponsabilidad volver a reiniciar el estudio de la reforma y aplazar varios años más las obras. El desdoblamiento no puede esperar más. Como parece que ya no hay problemas financieros en el Consell, lo responsable es adjudicar las obras ya e iniciarlas de forma inmediata.
Depuradora. Torres también se mostró contundente sobre la nueva depuradora. Dijo que tiene que ponerse en marcha ya. En este caso, los mensajes que planteaban sus socios de Podemos eran preocupantes. Esta coalición pretendía valorar el cambio de ubicación de la nueva depuradora para evitar que estuviese en sa Coma. Esta modificación hubiese significado un retraso en las obras de unos diez años y los problemas de agua residuales de Eivissa no pueden esperar tanto.