El informe del Consejo de la Juventud de España (CJE) presentado ayer pone negro sobre blanco la dramática realidad de la crisis, en este caso los efectos sobre el colectivo de los jóvenes. Más de cinco mil jóvenes han tenido que abandonar Balears ante la falta de oportunidades laborales, punto de partida para la salida forzosa de la comunidad de residencia a la búsqueda de un futuro. A pesar de estar mucho mejor preparada que las generaciones anteriores, la generación actual afronta episodios que se creían que nunca volverían a repetirse: la emigración económica. Aunque desde el Gobierno se haya querido minimizar en ocasiones, este fenómeno es la constatación de un fracaso colectivo.
Cifra escandalosa. El cálculo del informe elaborado por el Consejo de la Juventud de España pone de manifiesto que el efecto social de la recesión económica no ha dejado indemne a ningún colectivo, y se ha cebado con especial saña entre los jóvenes. El paro juvenil en nuestro país está entre los más altos de Europa, por ello no debe extrañar estas cifras tan abultadas de quienes, ante la ausencia de expectativas razonables para progresar desde la óptima personal y profesional, han optado por salir al exterior. Balears ha perdido no sólo fuerza laboral, también conocimiento, ilusión, ganas, ... Todo aquello que representa el mundo de los jóvenes.
Un problema social. El desempleo y la emigración juvenil son problemas sociales de primer orden, génesis de la emancipación tardía y las consecuencias que se derivan de ello. Los responsables institucionales deben asumir la importancia que tiene atender las demandas de este colectivo un en momento de crisis como la que, todavía, estamos viviendo. Los miles de jóvenes que han abandonado Balears durante estos años son un precedente que no se debe volver a repetir en el futuro mientras se tienen que ir arbitrando fórmulas que favorezcan el regreso de aquellos que la crisis obligó a emigrar.