La presidenta Armengol afronta un conflicto difícil con los profesionales de la sanidad al haber decidido retirar el complemento retributivo por carrera profesional. Ante la estrechez presupuestaria que soporta, el Govern tiene que elegir entre quitarles un poco de dinero a los servidors públicos mejor pagados o renunciar en buena parte a la política social hacia «los que nada tienen», según afirmó la presidenta en el Parlament. Es un dilema difícil, porque el colectivo médico es fuerte. Plantó cara a Bauzá cuando intentó cerrar el Hospital General y Caubet. La consecuencia fue que el anterior Ejecutivo del PP mimó a los médicos y personal sanitario cediendo a sus exigencias. Y acabó derrotado.
Un plan como alternativa. La postura de Armengol es lógica porque parte de un principio básico de solidaridad hacia los más necesitados. Pero para darle consistencia debería ir acompañada de un plan específico y claro de cómo se invertirán estos treinta millones que se eliminan de las nóminas de los servidores públicos mejor pagados para dedicarlos a apoyos a rentas básicas o similares. La planificación es esencial para dar consistencia a toda acción de gobierno, y más en tiempos de crisis y de política cicatera de Madrid hacia Balears.
Hacer piña. Lo fundamental es que tanto el personal sanitario como los partidos, agentes sociales y colectividad en general, y siempre comenzando por el Govern, han de comprender que en las horas de escasez no son las disputas por un complemento laboral lo que resolverá los problemas, sino la capacidad de hacer piña para reclamar a Madrid una financiación justa. Es esencial asumir que el Archipiélago es proporcionalemente la comunidad que más aporta y menos recibe del poder central. Ésa es la raíz de los males de todos. Pero mientras no se consiga la unidad de acción, parecen fuera de tono las comparaciones de Armengol con Robin Hood. Con o sin suplemento, los médicos son privilegiados en una comunidad plagada de sufrimiento.