Los taxistas realizaron una protesta ante la falta de medidas para acabar con la actividad de los piratas. Los profesionales del taxi, los que tienen licencia, pagan impuestos, pararon una hora en el aeropuerto. Durante 60 minutos no recogieron pasaje y explicaron a los turistas sus problemas. La situación este verano es similar al año pasado. Los taxistas pirata están a la vista de todo el mundo en el aeropuerto y las medidas anunciadas por el Govern no parece que hayan servido para nada. ¿Donde están los controles anunciados a bombo y platillo por el conseller de Transports, Marc Pons? Si existen, apenas se notan.
Los taxistas, hartos. Los profesionales del taxi están cansados con la impunidad de los taxistas piratas, que trabajan a la vista de todo el mundo. Basta ir a alguna de las salidas del aeropuerto ibicenco para comprobar cómo esperan a los posibles clientes. Se aprovechan de los tumultos, de la acumulación de pasajeros, y de la necesidad de los turistas de marchase rápidamente hacia su destino turístico. Cuando han pactado el precio, acuden al parquin, pagan el ticket, y llevan al cliente hasta su alojamiento. Demasiado fácil.
Todo sigue igual. El Govern anunció a bombo y platillo que se habían adoptado medidas para este verano, que habría inspectores sorpresa que llegarían desde Palma, que acabarían con la actividad ilegal, que impondrían el orden. Como dicen en italiano, "parole, parole y parole". Porque ese incremento de la inspección no se nota. Porque los taxistas están hartos, cansados, y no ven ninguna solución. Poco se sabe de los inspectores. El fracaso del Govern en acabar con los taxistas es total ya absoluto. No se han tomado medidas legislativas que faciliten el control de los taxistas piratas. La normativa es ambigua y por eso la actividad ilegal no ha acabado este verano. Las inspecciones, casi inexistentes. En ocasiones sorprende que algunos políticos aún puedan creerse que convencen a los ciudadanos con sus anuncios que, como en el caso taxistas, al final no tienen ninguna incidencia.