El programa de becas presentado ayer por los titulares de los departamentos de Treball y Educació, Iago Negueruela y Martí March, respectivamente, es un primer primer paso de lo que debería ser un plan mucho más ambicioso para frenar el abandono escolar en Balears. Destinar 2,5 millones de euros a incentivar la formación de parados para que completen sus estudios de ESO o de EGB es una apuesta por tratar de reenganchar en los estudios a quienes dejaron la formación sin alcanzar la titulación mínima, un camino que desemboca en la mayoría de los casos en la precariedad laboral. El problema en Balears, toda la tasa de abandono escolar es de las más altas de España, merece una atención estructural.
Actuar en las aulas. La atracción que genera en muchos estudiantes un sector de servicios demandante de puestos de trabajo con una baja formación, y por tanto con sueldos ínfimos, está en la raíz de una dinámica que acaba empobreciendo al conjunto de la sociedad balear. No cabe duda que la primera intervención le corresponde a la Administración, dotando de medios a un sistema que debe ser capaz de incentivar y acompañar a los estudiantes que se van rezagando y que ven en el mercado laboral, aunque incierto, una salida inmediata. Pero no es suficiente. También hace falta incorporar la formación como una exigencia empresarial, a todos los niveles. Así se fomentará el que se completen los ciclos escolares.
Un compromiso social. En cada legislatura, el Govern, con independencia del color político de sus integrantes, presenta paquetes de medidas coyunturales para paliar el problema, pero poco se sabe de sus resultados y menos de la continuidad de los programas. Una situación tan grave como es el del abandono escolar en las Islas requiere de acciones que comprometan a todas las fuerzas políticas y que garanticen la perseverancia en la aplicación. Cada joven que abandona sus estudios en un fracaso colectivo que lastra el futuro de nuestra sociedad.