Más allá del golpe de efecto que supuso el momentáneo abandono del hemiciclo minutos antes del inicio de la primera votación de la investidura de Mariano Rajoy, que como estaba previsto no alcanzó la mayoría absoluta y provocó la convocatoria de un nuevo pleno para la tarde de mañana, Podemos y su portavoz, Pablo Iglesias, no escatimó esfuerzos para coprotagonizar la sesión. La abstención del PSOE, que favorecerá la continuidad del candidato conservador al frente del Gobierno, es una brecha que la formación morada no quiere desaprovechar para monopolizar la labor de la oposición en el Congreso de los Diputados a costa, en buena medida, de la debilidad de los socialistas. Esta estrategia dibuja un nuevo escenario en la izquierda española.
A la greña. En su intervención, el portavoz del PSOE, Antonio Hernando, no escatimó reproches a Podemos por su bloqueo al que fue su candidato, Pedro Sánchez, en una fallida sesión de investidura que desembocó en la convocatoria electoral del pasado mes de junio. El líder de Podemos mantiene su pulso con los socialistas y radicaliza el discurso frente al Partido Popular y sus socios, Ciudadanos. El pleno de ayer fue bronco y salpicado de insultos, reflejo del elevado grado de tensión que genera la dinámica en la que se encuentra la política española.
Incomodidad política. Ninguno de los actores políticos se encuentra cómodo en el papel que las circunstancias –derivadas de los resultados electorales– le han asignado, una situación explosiva que cabe esperar que se calme cuando quede superado el trance de la investidura de mañana. La última y definitiva sesión de mañana, en la que –previsiblemente– la abstención de la mayoría de diputados socialistas revalidará a Rajoy como presidente del Gobierno será otra oportunidad para que se escenifique el enrarecido ambiente que marca este inicio de legislatura que tiene enormes y graves cuestiones por resolver.