Hay decisiones políticas que contribuirían a paliar la sensación de agobio que tienen los residentes por la afluencia de turistas -y de los miles de trabajadores que vienen a hacer la temporada- por el inicio de la temporada. En materia de vivienda, uno de los problemas más graves, se requiere una actuación contundente de la Administración con una campaña de control exhaustivo del alquiler turístico, con más inspecciones y sanciones. Esta medida podría dar entrada al mercado de alquiler residencial a unas 4.000 viviendas, lo que abarataría el precio y daría mayor accesibilidad a la vivienda para los residentes y los trabajadores de temporada.
Potenciar la oferta legal.
Al perseguir la oferta ilegal se estimularía el mercado legal (tanto la oferta hotelera como el alquiler turístico reglado) y se aumentaría la recaudación impositiva. Más visitantes pagarían la ecotasa y habría menos economía sumergida. Paralelamente, se mejoraría la seguridad ya que la Policía tendría el registro de entrada de los clientes de hoteles y viviendas vacacionales, lo que tendría un efecto disuasorio y dificultaría la impunidad con que muchos delincuentes cometen sus fechorías.
Mejorar la movilidad.
En cuanto a movilidad, es imprescindible una mejora del transporte público que permita acabar con la enorme dependencia del vehículo particular, ajustada a las particularidades de Ibiza, con la diseminación de sus poblaciones, para que se beneficie al mayor número de habitantes posible. Igualmente urge -y es algo que se ha retrasado durante demasiado tiempo- comenzar la reforma de la carretera de Santa Eulària, colapsada incluso en invierno, además de ser la que presenta una mayor siniestralidad. La situación puede mejorar para los residentes si se actúa de forma eficaz. Solo depende de la voluntad política.