La apuesta de Balears por la energía solar es un proceso sin vuelta atrás, como lo demuestra el más de medio centenar de proyectos presentados para su ejecución en los próximos tres años. El importe de la inversión, 260 millones de euros, evidencia el interés por la implantación de parques energéticos alternativos a las fórmulas de generación tradicionales. La posibilidad de optar a las ayudas estatales y la clara voluntad del Govern de minimizar la la huella medioambiental en la producción eléctrica han dado un enorme impulso a la energía solar en las Islas, aunque queda todavía por resolver a efectos prácticos las consecuencias paisajísticas de su implantación.
Preservar el paisaje.
A tenor el número, ubicación y potencia prevista, Balears se ha decantado por un modelo alejado de los parques de gran tamaño que, a su vez, tienen un gran impacto sobre el terreno y el paisaje. La materialización de los proyectos será una primera fase de un proceso que se adivina imparable. En lo que respecta a la isla de Ibiza, alimentarse de energías renovables sigue costando y a la vista está: solo hay dos proyectos subvencionados. En toda esta dinámica existe la lógica preocupación por las consecuencias paisajísticas que puede tener la instalación de las placas solares. En el futuro habrá que explorar fórmulas innovadoras, como son los techos de las grandes construcciones industriales.
Frenar el cambio climático.
Hablar de cambio climático ya no es una cuestión de moda. A estas alturas ya no se discute la base científica de la necesidad de frenar el calentamiento global, todo un reto mundial cuando no se quiere retroceder en los parámetros actuales de confort de los países desarrollados o que aspiran a serlo. Las energías renovables son la alternativa más factible, por eso Balears no puede dejar de contribuir con su aportación.