La Organización de las Naciones Unidas instauró en 1975 el Día Internacional de la Mujer Trabajadora para dar visibilidad a la reivindicación de las mujeres para conseguir una situación de igualdad con los hombres. La declaración del 8 de marzo proclama que hombres y mujeres han de tener los mismos derechos, lo que implica el reconocimiento de una situación de desigualdad, de marginación y de exclusiones en todos los ámbitos de la sociedad, la economía y la cultura. Ser iguales implica tener las mismas oportunidades y el acceso a los mismos puestos que los varones en las actividades laborales, así como unas retribuciones y salarios similares. Pero hoy persisten las diferencias y las restricciones porque aún se aplican criterios inspirados en el machismo, por lo que tiene sentido la celebración de esta jornada internacional. Se han conseguido avances significativos, en unos países más que otros, pero no se ha alcanzado la plena igualdad de género. A la marginación femenina se añaden las agresiones y la violencia, en muchos casos en el ámbito familiar.
Erradicar la masculinización.
Las mujeres han de tener la posibilidad de decidir sobre sus vidas, la formación de una familia, su profesión y ser respetadas en cualquier momento. Para ello deben incorporarse con mayor rapidez a los puestos de dirección para intervenir y aportar su criterio en la toma de decisiones. La masculinización persiste en los consejos de dirección y los niveles ejecutivos de muchas empresas e instituciones. Pero esta discriminación está cambiando, porque cada vez más mujeres desempeñan puestos de liderazgo en la esfera pública y privada.
Reivindicaciones globales.
Es preciso seguir en la senda de la igualdad para lograr los objetivos de unas reivindicaciones globales: los derechos de la mujer, que hoy tienen plena vigencia. En Balears también es precisa una mayor implicación social a partir de la concienciación de los adolescentes.