La Organización Mundial de la Salud ha calificado oficialmente al COVID-19 como una pandemia global que ya ha provocado más de 120.000 contagios en 113 país y más de 5.000 personas fallecidas. En España se ha propagado con gran rapidez, con más de 6.400 casos confirmados y 195 personas que han perdido la vida. Nos hallamos ante una crisis mundial que constituye un extraordinario desafío colectivo con la adopción de medidas de contención que nos implican a todos. La responsabilidad es colectiva porque la enfermedad no se conseguirá controlar únicamente con el esfuerzo de las autoridades sanitarias. El coronavirus no tiene límites ni fronteras, se expande a gran velocidad por su elevada tasa de contagio, acentuada por el vector multiplicados de transmisión en las personas asintomáticas.
«Vayamos todos a una».
Las medidas aprobadas por el Consejo de Ministros, que se han traducido en la declaración del estado de alarma en España -otra cuestión, que ya se sustanciará en el debate político, es si llegan tarde- constituyen una llamada a la responsabilidad cívica, la solidaridad y la disciplina social. El «vayamos todos a una» nos interpela a todos, exige sacrificios y obliga a quedar en caso, con las excepciones fijadas por el Gobierno. También implica no caer en el acaparamiento de alimentos y productos esenciales. La grave situación demanda autocontrol.
Recesión en Balears.
Según el Ministerio de Sanidad, en España la crisis del coronavirus tendrá una duración de entre un mes y medio y cuatro meses, en el peor de los escenarios. Esta crisis sanitaria también tendrá repercusiones para la economía, con un impacto que aún no ha sido cuantificado. Balears, como comunidad cuya economía depende básicamente del turismo, sufrirá durante el 2020 las consecuencias de un entorno de recesión. Los poderes públicos deben actuar ya modificando sus presupuestos y con la aprobación de medidas de estímulo y apoyo.