La vicepresidenta de Asuntos Económicos y la ministra de Hacienda, Nadia Calviño y María José Montero, presentaron ayer las previsiones económicas del Gobierno que figuran en el Programa de Estabilidad presentado ante la Unión Europea para los ejercicios de 2020 y 2021. El impacto inmediato de la crisis del COVID-19 sobre las cuentas generales del país es demoledor. La caída del Producto Interior Bruto será del 9,2 por ciento y la tasa de paro prevista alcanza el 19 por ciento; un índice similar al de 2016. Para el Gobierno durante le próximo año se producirá un efecto rebote en el que se harán palpables los primeros síntomas de la recuperación económica.
Meras previsiones
Cabe advertir que los datos facilitados ayer por Calviño y Montero son, en definitiva, proyecciones virtuales sobre el comportamiento de la economía española que pecan de cierto optimismo; el desplome del primer trimestre con datos reales ha sido demoledor. Estamos pues ante un panorama de intuiciones nefastas, eso sí, que se podrán superar en la medida de que quede atrás la crisis sanitaria de la COVID-19. Sin embargo, las certezas brillan por su ausencia ante un episodio tan grave como esta pandemia. De todos modos, el estudio gubernamental no parece tener en cuenta las voces que reclaman más atención a las empresas y autónomos; imprescindible si se quiere encarar una recuperación rápida de la economía.
Empresas y trabajadores
Sostener el tejido empresarial es la premisa imprescindible para garantizar la reducción de la enorme tasa de paro que se alcanzará en este 2020, y en especial en una autonomía como la balear con una dependencia casi absoluta de la actividad turística. Los planes de desconfinamiento del Gobierno y la falta de un acuerdo sobre la apertura de fronteras en la UE, que implica la apertura de puertos y aeropuertos, dibujan un panorama todavía más desolador para las Islas.