Los datos de pacientes que no acuden a las citas programadas en la Atención Primaria o con los especialistas en los centros hospitalarios de la red pública de Balears son inaceptables. Demuestran un elevado grado de insolidaridad con el resto de usuarios y merecen un claro reproche social. Los datos acumulados durante un ejercicio resultan muy llamativos, pero representan entre el 5 y el 9 por ciento, respectivamente, índices que agravan, todavía más, el colapso sanitario en Balears. Las razones por las que se producen estas ausencias en las consultas son meras conjeturas –desvíos a la red privada, atención en urgencias o superación de los síntomas, entre otros–, pero su impacto negativo es innegable ya que incrementa las esperas del resto de pacientes.
Una actitud con consecuencias.
El no presentarse a una cita, sea en Atención Primaria o especializada, es una actitud –salvo imponderables– deliberada de los pacientes. Es un desprecio a los profesionales sanitarios que no debe tener cabida cuando es obvio lo saturado que se encuentra todo el sistema público. Una simple llamada telefónica permite anular la cita con la antelación suficiente para dar cabida a otras personas que, en ocasiones, pueden llevar semanas o meses esperando poder ser atendidos. En este contexto parece razonable que desde Salut se estudien fórmulas que sancionen este comportamiento, las cuales están ya muy asumidas en muchas otras facetas de la vida diaria.
Educación colectiva.
Los indudables avances sociales logrados en las últimas décadas en nuestro país se interpretan de manera errónea por una minoría, pero su comportamiento acaba repercutiendo en el conjunto de los usuarios; en este caso, de la sanidad pública. Un toque de atención quizá tendría el necesario efecto didáctico que se precisa para seguir reduciendo este absentismo intencionado en las consultas médicas.