La historia se repite en ses Feixes. El pasado miércoles 5 de abril se declaró un pavoroso incendio que encendió todas las alarmas e hizo rememorar ese fatídico 6 de marzo de 2017, cuando este humedal protegido fue también pasto de las llamas. En ambos incendios se pueden encontrar similitudes, como el viento que hacía en ambas jornadas, que empezó a mediodía y que las llamas de esta semana pasada empezaron en un punto cercano al origen del incendio de 2017. Pero, sin duda, el elemento en común que sigue y seguirá existiendo es la falta de mantenimiento y limpieza de la zona, que está protegida medioambientalmente, pero a efectos prácticos es como si no lo estuviera. Por desgracia, este incendio, igual que el de 2017, no sorprendió a los vecinos y comerciantes cercanos a la zona.
Sin soluciones.
Isabel Tur, presidenta de la Unidad de Actuación 12 de ses Feixes des Prat de Vila (UA12) lamentaba en este periódico que el Ayuntamiento de Eivissa es «como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer» ya que, según expresó, a los propietarios de estos terrenos no les dejan limpiar ni adecentar la zona, pero el Consistorio tampoco lo hace. «Estamos atados de pies y manos. Los políticos han decidido que quieren los terrenos pero no hacen absolutamente nada, solo se dedican al postureo, a paralizar y judicializar», sentenció. La realidad es que razón no le falta ya que tras el incendio de 2017, Vila expresó otra vez su deseo de compra de los terrenos para que así pasaran a ser de propiedad municipal y blindarlos medioambientalmente. Años atrás, en la época de Xico Tarrés, se intentó también que la administración pública comprara los terrenos, pero no hubo éxito. La realidad es que los terrenos están protegidos por el decreto ley 1/2007 y la zona se ha convertido en un auténtico estercolero en el que no sólo se acumula basura sino que hay decenas de infraviviendas en las que, entre otros enseres, se utilizan cámping gas u hornillos para cocinar.
El futuro.
La administración pública lleva años insistiendo en el alto valor medioambiental y ecológico que tienen tanto las feixes des Prat de Vila como la de Talamanca (Prat de ses Monges), pero han dado pocos y nulos pasos para hacer efectiva esta protección y mantenimiento. Mientras tanto, los propietarios de la zona ven cómo la zona se degrada cada vez más y no pueden hacer nada porque chocan frontalmente con el muro burocrático e impasible que supone la administración pública. Sea como sea, la zona no puede continuar en este estado tan lamentable.