Desde que «España va bien» y se ha convertido en un país receptor de inmigrantes, el tema está dando mucho de sí. Desde la polémica ley de extranjería hasta las agresiones racistas, todos tienen algo que decir sobre el asunto. Y ahora es la Obra Cultural Balear la que ha manifestado sus temores en torno al fenómeno de la inmigración. La OCB recuerda que en los últimos años al menos cien mil personas de fuera se han instalado en las Islas y considera que tal avalancha agrava la situación del uso del catalán en nuestra Comunitat. La OCB, al hacer esta denuncia, relacionando dos cuestiones tan sensibles, debe hacerlo con exquisito tacto para evitar llegar a situaciones como la provocada por Heribert Barrera en Catalunya. Si se agrava la precariedad del catalán no será por culpa de los inmigrantes, sino de nosotros mismos y de nuestras instituciones, que han sido incapaces de llevar adelante una auténtica política de normalización lingüística, no por la vía de la imposición sino de la integración. Realmente, y pese a los objetivos programáticos, durante el mandato del Pacte se ha hecho excesivamente poco. La OCB lo sabe y exige que se cumplan las promesas, pero lo hace «con todos nuestros respetos» y sin la virulencia con que se dirigía al anterior Govern. De nuevo, se convoca una multitudinaria manifestación popular en Palma que demuestre el grado de concienciación de los habitantes de las Islas respecto al idioma. Será una demostración de fuerza, pero no nos engañemos: acudirán sólo quienes son entusiastas defensores del catalán. A quienes habría que convencer sería a otros miles de ciudadanos que no demuestran interés por aprender nuestra lengua porque han fallado los mecanismos para lograr una tranquila integración. Se debe aprender la lengua de este país por propio convencimiento y como un signo de querer formar parte de esta sociedad balear.
Cuando así suceda, la llegada de inmigrantes no supondrá ningún problema para el catalán. Los inmigrantes aprenderán la lengua que se hable en la calle.