En la sede del Consejo de Europa han tenido lugar recientemente las jornadas del primer Congreso Mundial contra la Pena de Muerte.De ellas se ha derivado una declaración por la que se llama a todas las naciones del mundo que aún la mantienen en vigor,que instauren de inmediato una moratoria para las ejecuciones previstas,al tiempo que se adopten iniciativas encaminadas a abolir la pena de muerte en sus legislaciones internas.Aunque desde una perspectiva moderna y humanitaria resulte difícil de admitir,existen hoy en el planeta 122 países que continúan incluyendo dicha pena en sus códigos,y sólo en 109 ha sido abolida por derecho,o de hecho.Desde que Cesare Beccaria en 1764,en su conocido tratado,"De los delitos y de las penas»,establecía que «no es útil la pena de muerte por el ejemplo que da a los hombres de atrocidad»,cierto es que mucho se ha avanzado en la sensibilización de las gentes ante tan bárbaro castigo.Los alegatos contra él se han venido sucediendo a lo largo del tiempo,procedentes de los más distintos campos.Así,en el siglo XIX,encontramos a un escritor como Dostoiewsky que avanzándose también a su época,dejaba claro que matar,con el fin de castigar un delito,representa sin comparación un castigo mayor que el delito mismo.Pero fue en el XX cuando la causa de la abolición progresó de forma más substancial.Entre los 3 países que a principio de la centuria la habían hecho desaparecer de su legislación,y los 109 que la repudiaban al final de la misma,media toda la distancia que va de un comportamiento civilizado y moderno a una práctica de medieval crueldad.Sobran argumentos en contra de la pena capital,tanto desde puntos de vista humanitarios,como estrictamente técnicos-el carácter irreversible de la misma-,o relativos a su utilidad,ya que la experiencia demuestra que no disminuyen los crímenes en aquellos lugares en los que aún se aplica.El asesinato legal debería desaparecer de la faz de la Tierra y todos quisiéramos que ello ocurriera en un siglo XXI que pasaría a la historia como aquel en el que la Humanidad se ha liberado de esta vergüenza.
Editorial
La atrocidad de una pena