La suspensión de once operaciones en Can Misses a causa de unas goteras ha vuelto a poner en el disparadero la situación del único hospital público que existe en las Pitiüses. Este centro, con tan solo veinte años de vida y agobiado por la demanda sanitaria, padece desde hace cinco continuas obras de mejora que han estado envueltas siempre por la polémica y que no han conseguido adaptar el hospital a las necesidades de los pacientes.
Por desgracia, el problema del hospital es extrapolable a otros edificios públicos que existen en la isla. Recientemente este periódico desveló que el aeropuerto (la principal arteria de entrada y salida de personas en la isla) estaba realizando de manera urgente unas obras de apuntalamiento por riesgo a que cediera su estructura. Estos trabajos se realizan en plena temporada turística. Como el aeropuerto, también tenemos en Eivissa edificios públicos que corren el riesgo de derrumbarse, como la abandonada sede de la Dirección Insular; u otros que se han tenido que demoler, como el cuartel de la Guardia Civil de Can Cifre. Por cierto, ambos edificios carecen de un recambio a corto plazo. Y ahí están los Juzgados, ese edificio que se ha quedado obsoleto para atender la creciente infraestructura judicial de las Pitiüses, que se inunda cada vez que llueve y que, a pesar de todos sus problemas, no ha conseguido que ningún senador, ministro o presidente se plante de una vez para intentar solucionarlo. La lista sigue, por ejemplo, con la Comisaría, un ambulatorio reconvertido sin mucho trabajo en el centro de operaciones de la Policía Nacional. Con este panorama, salvo alguna excepción, como Hacienda y Correos, nos encontramos que las Pitiüses han llegado al año 2003 con unas infraestructuras tan pobres y obsoletas que contrastan con el imparable desarrollo económico y turístico vivido en los últimos años.