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Editorial

Catalán y castellano en las escuelas

Las medidas anunciadas por el Govern balear sobre la enseñanza en catalán o castellano han suscitado ya una enorme polémica. Es justo que se discutan, pero siempre a partir de hechos ciertos y no presuponiendo intenciones en un Ejecutivo que, a ojos de algunos sectores, está bajo «sospecha lingüística» simplemente por ser del PP.

En el paquete de medidas que pretende poner en marcha el Ejecutivo se establece la potenciación del Institut d'Estudis Baleàrics, con la finalidad de dar mayor presencia a las variedades lingüísticas propias de cada una de las Islas. Y frente a eso, nada que objetar, siempre y cuando no se ponga en duda la unidad de la lengua, cosa que el Govern no plantea en absoluto. De hecho, es deseable y necesario que se respeten y se mantengan aquellas expresiones, giros y vocablos que son propios de Mallorca, Menorca, Eivissa o Formentera.

Es cierto que falta mucho por recorrer para que el catalán ocupe el lugar que le corresponde en la sociedad balear, pero también es cierto que muchos centros escolares, sobre todo públicos, han ido quizá más allá de lo que hubiera sido aconsejable y han practicado una inmersión total, arrinconando el castellano en algunos casos, lo que puede resultar, a largo plazo, contraproducente. Lamentablemente, alumnos catalanoparlantes tienen auténticos problemas para expresarse en castellano.

Realmente, los alumnos deberían completar su enseñanza de modo que dominen los dos idiomas cooficiales, sabiéndolos leer y escribir sin dificultad alguna. Ése debe ser el objetivo de los docentes, y en este sentido es perfectamente legítimo que se oiga a los padres de los alumnos, sin olvidar que por ley el catalán nunca podrá estar por debajo del 50 por ciento.

Donde sí ha fallado el Govern Matas es en la escasa concreción de su proyecto. ¿Cómo se aplicará el cambio de intensidad de aplicación de un idioma u otro en los centros en los que los padres así lo decidan? ¿Cómo se efectuará la elección? Y así podríamos seguir con otras cuestiones. Lo más razonable hubiera sido concretar las medidas precisas para su aplicación y explicarlas adecuadamente a los profesores que deben aplicarlas.

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