Durante los últimos meses desde los escalafones más altos del poder se estaba transmitiendo la sensación de que era posible, incluso deseable, aflojar la lucha contra el terrorismo para dar pie a cierta «manga ancha» que posibilitara hablar y hasta agradar a los etarras con los que había que intentar el diálogo. Queremos suponer que era únicamente una sensación errónea y que la lucha contra el terrorismo desde todos los frentes que la democracia y las leyes permiten ha seguido en pie durante cada día, sin fisuras y sin excusas. También se había transmitido la idea de que, en el otro lado del cuadrilátero político, el líder de la oposición, Mariano Rajoy, se había atrincherado en una actitud de «no a todo» que en nada favorecía la reconciliación del Partido Popular con las masas. La cerrazón, la rigidez y la intransigencia nunca han sido buenas compañeras de la política.
Ahora, con el zarpazo de los terroristas anunciando el fin de la tregua, lo mismo el presidente Zapatero que Rajoy han tenido que rectificar. Bienvenido sea si sirve de algo en el avance contra el terrorismo.
El líder 'popular' dice que sigue donde estaba -cierto-, pero se nota que tras reunirse con el presidente en Moncloa su actitud se ha relajado bastante. Y Zapatero anuncia -a través de su vicepresidenta- que se reforzarán las medidas políticas, legislativas, policiales y diplomáticas contra el terrorismo. ¿Pero es que no estaban reforzadas ya? ¿Bastó el anuncio de que habría un paréntesis en la rutina de matar para aflojar la presión? Esperamos que no, que durante todo el tiempo se haya seguido luchando con uñas y dientes contra los asesinos, que para eso están al otro lado de la ley. Ahora, después de las fotos y de las sonrisas, lo que hay que hacer es trabajar duro, durísimo, para evitar ese primer atentado que todos estamos temiendo.