El vicepresidente de la Generalitat catalana, Josep Lluís Carod-Rovira, ha manifestado su deseo de que dentro de siete años, en el año 2014, se someta a una consulta popular la posibilidad de que Catalunya se independice de España. La propuesta del líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), como es lógico, ha causado un revuelo político que tiene mucho de oportunismo ya que, en todo caso, no puede sorprender una iniciativa de estas características cuando procede de una formación soberanista.
No cabe duda que las palabras de Carod-Rovira son inoportunas, más si se tiene en cuenta que Catalunya aprobó en referéndum "aunque con una escasa participación ciudadana" un nuevo Estatut que aumenta, todavía más, las cotas de autogobierno para esta comunidad autónoma. Por tanto, todo indica que la pretensión de Esquerra Republicana de Catalunya no es otra que, en primera instancia, ir marcando distancias en el seno del gobierno catalán que preside el socialista José Montilla tras los últimos fracasos en las infraestructuras públicas.
Que un partido independentista como ERC formule planteamientos como el anunciado por Carod-Rovira entra dentro de la lógica, cuestión distinta es que la sociedad catalana está dispuesta a apoyar mayoritariamente este tipo de objetivos políticos para el futuro. No parece que exista un sentimiento independentista mayoritario en Catalunya, circunstancia que no es incompatible con el convencimiento de que es necesario encontrar un punto de equilibrio en la convivencia entre las necesidades del Estado español y las de Catalunya, tanto desde la vertiente económica y de servicios públicos como desde la defensa de un idioma y una cultura que le son propios.