La paralización de la construcción de 186 viviendas en Cala Tarida que ha acordado el Ayuntamiento de Sant Josep por no ajustarse a la licencia concedida es un paso adelante en la nueva política territorial que está tratando de desarrollar este consistorio gobernado ahora por los progresistas. Los desmanes producidos por el anterior equipo de gobierno en manos del PP, que se han traducido en varias sentencias que obligan a demoler construcciones ilegales y con varios asuntos que se están tramitando hoy en día en los juzgados, han sido una lacra para un municipio que durante los últimos años ha permitido la devastación territorial en lugares como Cala Tarida o Cala Vedella, y que incluso ha impulsado la construcción en zonas hasta ahora impolutas, como Cala Comte.
Seguramente la urbanización de Cala Tarida seguirá adelante, aunque sea parcialmente, y la de Cala Vedella también paralizada por el Consistorio se podrá construir aunque no sea en su totalidad, pero ambos casos habrán servido de ejemplo. El urbanismo en la isla está necesitado de acciones como ésta, que demuestren que nuestro escaso territorio no es un coto privado de promotores urbanísticos que amparados por unas instituciones que hacen la vista gorda se puedan saltar impunemente las normas.
Las Pitiüses, como muchas otras zonas costeras de España, han vivido muchos años inmersas en un desarrollo insostenible explotando el presente sin pensar en el futuro y ya es hora de invertir esa tendencia. Las nuevas medidas de protección territorial impulsadas por el Govern de Antich, aunque presentan muchas lagunas, son un primer paso para cambiar nuestro urbanismo.