ediante un escueto comunicado, El Elíseo -sede de la presidencia de Francia- ha confirmado la presencia de España en la próxima reunión de los países integrantes del G-20, que tendrá lugar en Washington, una vez que el presidente de los Estados Unidos y anfitrión, George Bush, ha levantado el veto personal a la presencia del presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, que ocupará una plaza cedida por la delegación gala.
La injusta marginación de España en el trascendental encuentro de Washington previsto para el próximo día 15 de este mes, la última maniobra de Bush para pasar factura a Zapatero por su postura sobre la guerra de Irak, ha obligado a una extraordinaria ofensiva diplomática por parte de nuestro país para no quedar fuera del foro que pretende 'refundar' -un término a todas luces excesivo- los mecanismos de la economía de mercado. Todos los esfuerzos españoles han sido precisos por la manifiesta debilidad que tiene España en el campo de las relaciones internacionales, aspecto que ayer mismo ponía en evidencia el diario británico The Economist en un amplio informe sobre la evolución de nuestra economía.
Con todo, ahora, lo importante es que Zapatero podrá estar en la Casa Blanca en el encuentro al máximo nivel que debe fijar las reglas del juego de la economía mundial para salvar la actual crisis financiera, defendiendo las tesis de la Unión Europea -que señalan al Fondo Monetario Internacional (FMI) como nuevo árbitro, nuevas reglas y más competencias- y explicando la solidez del sistema bancario español, que está logrando sortear la situación en mejores condiciones que el de muchos otros países que no han podido evitar la intervención directa de sus gobiernos para salvar la quiebra de sus entidades más emblemáticas.