La última edición de la World Travel Market de Londres ha vuelto a poner sobre la palestra un mal que en privado muchos empresarios turísticos pitiusos, también de Balears, llevan denunciando desde hace años: la politización de las ferias turísticas. Desde hace algún tiempo estos encuentros que deberían servir para establecer contactos con touroperadores, abrir nuevos mercados, fijarse en los competidores y volcarse en la promoción se han convertido, para muchos políticos y también para algún empresario politizado, en una buena plataforma desde la que atizar a su oponente. Es normal y obligado que los partidos políticos y las instituciones se vuelquen en el aspecto turístico y peleen porque se trabaje más en la promoción y se pongan las bases para que, en definitiva, vengan más turistas a las Islas, pero lo que no tiene mucho sentido es que se acuda a estos eventos a recriminar aspectos que se pueden zanjar sin salir de la isla.
Desde la polémica hace casi diez años entre la marca Ibiza o Eivissa hasta el día de hoy, muchas han sido las trifulcas que se han desarrollado fuera de nuestro territorio y bajo un pabellón. Estas luchas en ocasiones han sido instigadas por algunos empresarios, pero muchas otras son aireadas por los partidos, que lógicamente fuerzan la maquinaria cuando se acercan las eleccionespor aquello de ir desgastando al rival. Este año, la WTM no ha sido menos y las duras críticas de los alcaldes del PP han sido respondidas de manera furibunda por el Consell. Por medio, han surgido enfrentamientos con una marca turística (Small &Friendly hotels) y por los polémicos tres millones de promoción. Londres no ha sido un buen ejemplo de concordia; esperamos que en Madrid se mejore.