P ero en invierno no hay nadie, ¿no? Seguro que a más de uno le suena esta expresión. Seguro que muchos ibicencos o residentes en la isla ya saben por dónde van los tiros. Sí. Efectivamente, es lo que suelen pronunciar muchos turistas o un indeterminado número de personas que vive lejos de la isla a la hora de hablar de ella. A mí, particularmente, me hace gracia.
Mi respuesta suele ser tan simple como didáctica. «¿Tu ciudad en invierno está vacía?». La respuesta suele ser «no». «Y si multiplicas por cinco su población en verano. ¿Cómo está?», cuestiono a continuación. «Saturada». Premio. Ésa es la respuesta. No es que la isla esté vacía en temporada baja, sino que ahora está masificada. Y eso no es malo, como tampoco lo es que en la época estival el número de habitantes sea el normal en proporción con su superficie de 571 kilómetros cuadrados.
Una vez escuché a alguien decir que Eivissa es como una flor que está cerrada en invierno y abierta, en verano. Esta comparación me gusta. Primero, porque asemejar la isla con una flor, algo que a todos gusta, es como hacer poesía; y, segundo, porque refleja su realidad a la hora de hablar de los comercios, esos que solamente abren en la época estival y permanecen con el cartel de closed el resto del año. Además, una flor es una flor, y como tal se encarga de despertar grandes sensaciones a quienes la reciben.
Pero lo que me gustaría dejar claro es que Eivissa nunca está vacía. Es más, en invierno puedes recibir más calor del que el mismo sol te proporciona en verano. Su gente es tan maravillosa que te llena por dentro y te hace ver que la isla no está vacía ni tú te irás de ella de vacío, sino con la mochila repleta de satisfacción y lindos recuerdos. El paraíso es lo que tiene.