Las dos historias llegan desde Galicia. Las dos historias tienen a unos padres y una hija como protagonistas. Andrea, tenía 12 años. Asunta tenía la misma edad. Andrea falleció anteayer en un hospital de Santiago de Compostela. Asunta fue encontrada muerta en una pista forestal a las afueras del municipio coruñés de Teo. Estela Ordóñez y Antonio Lago, los progenitores de Andrea, movieron Roma con Santiago para que su pequeña tuviese una muerte digna. La menor padecía una enfermedad rara e irreversible. Ante la negativa de los médicos, los padres llevaron el caso a la justicia. Es la primera vez que se resuelve de forma favorable creando un precedente para los menores terminales.
El caso de Rosario Porto y Alfonso Basterra es bien diferente. La casualidad ha querido que los procesos coincidiesen en el tiempo, pero Porto y Basterra se sientan estos días en el banquillo de los acusados como coautores del asesinato de su hija adoptiva, Asunta. Según el relato de los hechos, Rosario y Alfonso ejecutaron un plan previamente acordado. Ante el tribunal los dos reiteraron que “nunca le harían daño a la pequeña, que era lo que más querían”. Las pruebas periciales y los diferentes testimonios apuntan todo lo contrario. Acabaron con su vida después de suministrarle grandes dosis de orfidal.
En el caso de Andrea, los padres llevaron su causa hasta los tribunales para conseguir, en contra de la opinión médica, una muerte digna para su hija. “Se ha ido en paz y con tranquilidad, sin sufrir. Su recuerdo vivirá para siempre en nuestros corazones”, señalaron Estela y Antonio tras despedirse dignamente de su pequeña. Andrea y Asunta. Padres y padres.