Ahora que Chopin ya es no solo un compositor y pianista virtuoso llega el momento de contar mentiras. La Agencia Tributaria ha vuelto a poner música a nuestro día a día, eso sí sin la espectacularidad y helicópteros en plan "Misión Imposible" de hace un mes. Lo ha hecho esta semana para registrar dos discotecas más de Ibiza, con 40 funcionarios dispuestos a poner en jaque a los principales empresarios de nuestra isla quienes, desde su parte del tablero, afirman tener clara la jugada y estar seguros de que no les ganarán la partida.
Lo cierto es que desde que sabemos que nos engañaron con aquello de ‘Hacienda somos todos, al reconocer que esta no era más que una frase publicitaria no atribuible a princesas, estas maniobras del Estado parecen más abocadas a llenar titulares que a sanear la maltrecha caja de nuestro Gobierno desgobernado. Según el último informe de la Asociación de Técnicos del Ministerio de Hacienda, Gestha, los millones de euros que circulan bajo su radar, pero que no son declarados, suman los 253.000. ¿Se imaginan a cuántos médicos, profesores, ingenieros o investigadores podríamos contratar si cotizase ese 21 por ciento de dinero negro que circula por ahí? ¿Cuántas zonas naturales podríamos proteger, cuántas frecuencias aéreas podríamos incrementar o cuántos servicios podríamos mejorar? ¿Se imaginan contar, incluso, con un transporte eficiente o con una isla limpia y reluciente? Lo que nos toque de la ECOTASA, si nos cae algo, parece un cupón de la ONCE al lado de este fantástico Euromillón que, como ocurre con todos los sorteos, tiene una parte de fantástico, inalcanzable y quimérico. Pero… ¿Nos ponemos positivos y confiamos en que esta "Operación Chopin" sea la primera parada para controlar de verdad, con interés y personal formado, a quienes hacen mal las cosas?
Lo cierto es que hasta el momento ningún partido político en nuestra piel de toro se ha molestado lo más mínimo en vigilar a los pícaros nacionales, que son muchos y de todas las castas, aunque hayan tenido tiempo para contabilizar otras economías; las más sumergidas y que siempre restan, como son la prostitución y el narcotráfico. Si Chopin sonase más allá de las 85 discotecas del país en las que han irrumpido, y llegase hasta todo tipo de empresas para devolvernos lo que unos pocos se han guardado, la noticia sonaría como música celestial para nuestros oídos. Pero, a pesar de mi optimismo natural, no confío en que así sea y temo que con el final del verano, como ocurre con los amores de juventud, nos olvidemos de que durante varios días de julio y septiembre de 2016 se puso entre las cuerdas a los poderosos.
La duda descansa en hechos como que una exalcaldesa no imputada por el mero hecho de estar aforada, pueda reírse en nuestra cara haciendo suya esa frase de «Santa Rita Rita, lo que se da no se quita» y metiéndose en el bolsillo 7.000 euros al mes al fugarse al Grupo Mixto. En este caso lo de "calentar la silla" es una frase hecha, porque esta señora dedica más tiempo a construir su nido de laca que a defender los derechos de las personas a las que representa, o no. Este hecho, como muchos otros de idéntica envergadura, nos provoca "caloret", mala leche y desconfianza. Porque lo que somos ahora, tras dos elecciones y a las puertas de unas terceras, rodeados de chorizos de todas las denominaciones de origen y caraduras de todos los colores es lo siguiente: unos escamados que no creen ya ni en su madre.
Los inspectores de hacienda deberían ser como los radares; estar ahí, fijos y atentos a nuestra velocidad de caja, para multarnos al momento cuando no respetemos las normas, ya seamos senadores, pescaderos o realeza. Pero claro, eso tiene un coste y hay quienes no creen en esto de invertir en policía para evitar los delitos.
En fin, no se alteren, que siempre nos quedarán las sonatas, conciertos, polonesas, preludios y nocturnos de aquel genio del que estos días se ha hablado con otro particular canto del cisne.