Alvaro Nadal, ministro de Energía, dice que el precio de la luz alcanzará máximos históricos porque hace frío, llueve poco y hace viento. Increíble, pero cierto. Hay que ser cínico o pensar que la gente común es tonta para ofrecer tal explicación a los doblemente ateridos ciudadanos, helados hasta el tuétano por la ola de frío siberiano y por el puyazo que vendrá en consecuencia en el recibo de la luz. Debe ser que el señor ministro ha descubierto ahora que en invierno, normalmente, hace frío. Lo mismo que en verano hace calor y no por eso el precio de la luz baja cuando sube el termómetro. En cuanto a que llueve poco, habría que preguntarle quizás su opinión a los ciudadanos que han visto este invierno sus casas arruinadas por efecto de las riadas e inundaciones en diversos puntos del territorio. En lo que respecta al viento, el ministro de Energía debería ahondar más en sus explicaciones sobre la incidencia del revoltoso Eolos en el precio de la electricidad y por qué no se aprovechan mejor esas ventoleras en los molinos eólicos para abaratar así el desembolso que realizan los acarambanados y sacrificados ciudadanos.
Lo que se guarda el señor ministro es que la referida competencia del mercado eléctrico y la subasta de precios se asemejan a una completa estafa al consumidor nacional, pues esa misma energía se exporta después a Francia o Alemania sin los mismos costes que alegan aquí para electrocutar un poco más nuestra economía familiar. Normal parece, pues, que la Fiscalía de lo Civil del Tribunal Supremo haya decidido abrir diligencias para investigar el descontrol en este aumento del precio de la luz y los pingües beneficios que se reparten las oligárquicas empresas de un sistema ideado exclusivamente para dejar tiritando nuestros ya de por sí castigados bolsillos.