El pensamiento mágico, el ofuscado por el fanatismo o el que permanece voluntariamente adherido a una escala infantil ofrece continuas muestras de actuar sin prever ni tener en cuenta las consecuencias de los actos. Tengo para mí que sólo desde éste prisma puede, en términos adultos, entenderse el ruido y las protestas provocadas por el ingreso en prisión de siete miembros del destituido «Govern» de la Generalidad de Cataluña.
¿Qué esperaban? ¿Alguien puede pensar que saltarse la ley incumpliendo las sentencias del Tribunal Constitucional y de otros tribunales no aparejaría la correspondiente sanción?
Criticar el auto que decreta la prisión preventiva de los ex consejeros -el precedente de la fuga de Carles Puigdemont ha pesado mucho en la decisión de la juez Lamela-, desde la perspectiva del calendario electoral en puertas parece impropio de políticos que por otra parte dicen respetar la independencia judicial que emana de la separación de poderes, seña de identidad de todo Estado democrático.
Pero en eso están los separatistas y quienes desde una pretendida izquierda progresista van de compañeros de viaje de las fuerzas burguesas catalanas que impulsan el movimiento secesionista. Sería el caso de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, o desde fuera de Cataluña, el errático tándem que forman Pablo Iglesias y Alberto Garzón (Podemos-IU), empeñados en actuar de abogados defensores de los ex «consellers» del mismo «Govern» que -lo han olvidado-, decretó los mayores recortes sociales que ha padecido Cataluña en los últimos tiempos. Han olvidado que estos ciudadanos aceleraron el proceso secesionista a raíz de los procedimientos judiciales que investigaban la corrupción. El famoso 3%.
Se puede entender la irritación e incluso el temor que recorre las filas de los separatistas al comprobar que la respuesta del Estado va en serio. Han empezado a comprobar que «els fets del 6 y el 7 de octubre», la asonada parlamentaria en la que tras marginar a la oposición declararon la independencia, no les va a salir gratis.
Lo que cuesta más entender es el auxilio que les prestan desde Podemos e IU. Iglesias y Garzón deberían repasar lo dicho por Paco Frutos, ex secretario general el PCE, en ocasión de la gran manifestación celebrada en Barcelona en defensa de la unidad de España. Frutos, catalán de Calella, criticó el apoyo de la izquierda populista a los nacionalistas secesionistas. «Traicionáis a la gente trabajadora», dijo. «Enfrentáis a la gente sin motivo alguno, os cargáis la libertad, la democracia y la palabra de quienes no piensan igual que vosotros.» Pues siguen en eso. Ahora llamando «presos políticos» a unos golpistas.